DOMINGUERO

Viajes de fin de semana con origen en Pamplona

28.9.04

39/2004 - Pintanos y Bayona

Suelen instalar en Pamplona por estas fechas una gran carpa donde, bajo el nombre de "Feria de las Naciones", se venden productos de artesanía típica de lugares más o menos exóticos, y otros productos menos artesanales (música de relajación, por ejemplo), pero lo más sabroso y lo que más me interesaba son los puestos donde se pueden degustar especialidades de otros países. Llamé a unos amigos, estuvieron de acuerdo y quedamos. Como era viernes había que pagar 3?50 cada uno por entrar. Hicimos la primera parada en el mexicano (1 de guacamole, 2 de burritos -¿o eran tacos?- y 3 cañas se pusieron ya en 15 euros), luego paramos en el brasileño (una especie de grandes croquetas de carne y patata con la forma y el tamaño de peras costaban a 3 euros, y no recuerdo el precio de algo parecido a croquetas de carne, también sabrosas), después en el argentino (me pedí una empanadilla pero tuvieron más acierto los que optaron por la carne: un pequeño filete a la brasa en bocadillo estaba delicioso, y el vino argentino también está bueno) y por último en el egipcio (los falafel son siempre una opción segura). Ya estábamos muy llenos y habíamos agotado el presupuesto, los 20 euros que pusimos por cabeza. La experiencia resultó cara, pero en esta ciudad provinciana las opciones de turismo gastronómico son bastante limitadas.
Estuvimos después un rato en el bar Malkoa, donde había música en directo: una buena selección de los años 60 y 70 bien tocada y en versiones suaves.

El sábado salí con Luis y anduvimos por la zona de los Pintanos. Ahí se llega abandonando la N-240 (la carretera de Pamplona a Jaca) por la derecha, se pasa por Ruesta y al llegar al puerto de Cuatro Caminos se toma un desvío a la izquierda. Ahí están Undués-Pintano, Pintano y Bagüés, y bajando, ya en la provincia de Huesca, Larués y Bailo. Dejamos el coche junto a una caseta de cazadores, antes del primer pueblo, y tomamos una pista forestal extremadamente polvorienta a causa del movimiento de vehículos que sacan madera de pino del monte. Todavía tengo resentida la rodilla derecha de los 700 metros de descenso del sábado anterior, y habíamos optado por caminar con poco desnivel. No nos pudimos resistir a subir a la cresta del monte, y desde arriba veíamos al sur la Sierra de Santo Domingo, con el parque eólico cerca de Petilla de Aragón. A los pies de la sierra está el valle de Onsella, y luego estábamos nosotros. Al norte teníamos el valle de los Pintanos, una fila de montes y a continuación, oculto a la vista, el valle que forma el río Aragón, y a esa zona le llaman "la canal de Berdún". Un poco más al norte, cerrando el paisaje, la prolongación de la Sierra de Leyre, y a un lado se veía un poco de la superficie azul del pantano de Yesa. Es una zona muy poco poblada y supongo que muy poco visitada fuera de la temporada de caza. A la ida, un nutrido grupo de perdices emprendió el vuelo al acercarnos, y a la vuelta coincidimos con una serpiente que cruzaba el camino y después con una cría de jabalí de pocos días que estaba desorientada en el camino. Giraba en círculo, supongo que buscando el rastro de la madre, y los círculos eran cada vez más pequeños, llegando a tambalearse por el mareo. También había numerosas mariposas y libélulas, pero no fotografié ningún insecto. Habíamos empezado la caminata a las 10:40, y cuatro horas después llegábamos al coche tras caminar cerca de 15 km. Yo iba bastante tranquilo porque había visto en verano un restaurante y casa rural en Pintano, pero lo encontramos cerrado. En Bagüés se anuncia a la entrada del pueblo, entre las dotaciones con que cuenta, otro restaurante, pero la casa aparecía completamente cerrada. Finalmente comimos en Puente la Reina de Jaca, en el Mesón Anaya, teléfono 974 377 194. Tienen una carta con precios razonables, pero permanecimos fieles a la costumbre del menú del día, por el que cobran 9 euros. Con los 90 céntimos del café la cuenta de los dos se quedó en 19'80, y además vimos que unos que entraron hacia las cuatro y media (todavía estaba el comedor bastante lleno) fueron atendidos y servidos sin ningún problema. Nosotros habíamos llegado a las 15:40, y tomamos de primero macarrones y menestra de verduras, las dos cosas buenas. De segundo pedimos emperador a la plancha, pero como sólo quedaba una ración lo otro fue un filete de ternera a la plancha y los repartimos. La carne estaba muy buena pero el pescado resultó muy seco. De postre tomamos helado y yogur. Eran casi las cinco cuando nos marchábamos, y nos había quedado la intriga de Lorbés, que es un pequeño pueblo (ahora quedan tres familias viviendo permanentemente) donde muere a 12 km. un desvío que se toma desde Sigüés. Varias casas están ya en ruinas, pero hay otras en proceso de restauración y algunas ya reformadas. Aunque tiene que ser muy incómodo vivir allí, a mí me gustó para una visita de un rato. Después terminamos en el pantano de Yesa, pero el baño fue muy rápido porque el agua mezclada resultaba un poco fresca para estar mucho tiempo. Hacia las ocho y media llegaba a casa, aparqué el coche (unos 300 km. anduvo en todo el día) y tuve tiempo de cambiarme de ropa antes de subir a cenar en una sociedad recreativa (más bien gastronómica) con un grupo de gente que tiene en común el interés por las plantas. El interés por la buena comida no queda atrás, y disfrutamos de:
1- Ensalada de tomate y tomates miniatura.
2- Ensalada de lechuga.
3- Pimientos rellenos de hongos. Maravillosos.
4- Ensaladilla rusa.
5- Bonito con tomate.
6- Pichones.
No llegué a probar los pichones porque ya estaba muy lleno con los cinco platos anteriores y porque me da mucha pereza pelearme con los huesos para obtener un bocado pequeño. Seguramente con hambre no le haría ascos ni siquiera a una cola de congrio?
Antes habíamos tomado un aperitivo de aceitunas y quesos en aceite, probando el Gran Eolo reserva de la Bodega Viña Valdorba, de Garínoain, y el Orobon crianza de la Bodega Cooperativa San Gregorio, de Azagra. Durante la comida bebimos tinto Nekeas, de Añorbe, que ya sea joven o crianza está siempre bueno. No recuerdo haber probado el reserva, que debe ser todavía mejor.

Tanta abundancia de alimentos y caldos y la ausencia de servicio nos permitió prolongar la cena hasta las dos de la madrugada. Luego salimos y, como era San Fermín chiquito, la calle estaba muy animada. Volví a casa muy tarde.

El domingo cogí el coche después de las doce, con la idea de conocer un poco más la zona más próxima de Francia. Hacia las dos comprobé que las ventas de Dancharinea, que se montaron cuando existían las aduanas, estaban seguramente más llenas que en sus mejores días pasados: encontré aparcamiento al fondo, en lo más apartado. Sólo recuerdo otro coche con matrícula española entre los cientos de matrículas francesas, y las tiendas y restaurantes estaban llenos a rebosar. Busqué la oferta del restaurante MENTA, que está en la misma carretera pero un poco más apartado, y tampoco me atrajo: el estilo era muy francés (muy poca variedad dentro de precios razonables, caro si quieres elegir), así que cogí el coche y bajé hasta Urdax, que es el pueblo más próximo. A las dos y media estaba instalado en una buena mesa, con servilleta y mantel de hilo, en un comedor antiguo: Indianoa Baita, teléfono 00-34948 59 90 21. Ya conocía el sitio de una visita anterior, hace un par de años, y además de la carta tienen un par de menús de 12 euros y otro un poco más caro. Pedí ensalada y piperrada y quedé satisfecho. Podría haber comido potaje y delicias de pato, pero habría sido una comida menos de régimen. La ensalada tenía de todo: espárrago, un buen trozo de atún, zanahoria rallada, cebolla, lechuga, tomate, aceitunas... La piperrada era una cazuela de barro con tomate frito, pimientos, jamón y un huevo, y me supo riquísima. De postre pedí pastel vasco y me trajeron una porción generosa. Los 12 euros del menú, con 1?20 de café y 0?92 de impuestos se quedaron en 14'12. El comedor no es grande, pero sólo había una camarera para atenderlo y llegaba un poco tarde a todo. Me resultó chocante que la camarera fuera francesa, pero me parece de lo más adecuado.

Salí hacia las cuatro menos diez y antes de dar una vuelta por el pueblo me entretuve observando cómo cuatro chavales cruzaban el río una y otra vez con sus bicicletas. El agua no les llegaba hasta los ejes, pero para pedalear metían un pie y luego el otro en el agua. Ellos se lo pasaban muy bien y yo disfrutaba casi tanto como los críos, esperando una caída en el centro que nunca se produjo. En el pueblo hay varias casas grandes, y en el ayuntamiento un escudo con una inscripción recuerda "AL S. D. MARTIN DE MICHELENA Y GOYENECHE, CAV. DE LORN DE SANTHIAGO EL MASVTIL PATRICIO ZELOSO RESTAURADOR DE SUS DERECHOS CONSAGRA LA VILLA EN OBSEQUI DE SU GRATITUD ESTA MEMORYA. AÑO DE 1786." Y en el borde, con letras igual de grandes, se añade "SIENDO ALLe. Dn. JVAN NICOLs. DE MICHELENA"

En el claustro del monasterio hay una exposición de pintura, pero como abrían a las cinco lo dejé para otro día. Al volver a la carretera general me arrepentí de no haber esperado veinte minutos a que abrieran el claustro: me encontré con un gran atasco provocado por los franceses que salían de las ventas en dirección a su casa. En los aparcamientos tienen STOP para incorporarse a la carretera general, pero en lugar de eso, como la cola de la carretera llegaba hasta más atrás, se incorporaban metiendo el morro de la manera más salvaje. Añadimos a esto los que se cruzaban desde el otro lado y taponaban el otro carril y tenemos un atasco como los de las películas de catástrofes. Al llegar a Ainhoa el tráfico ya era fluido, pero en caravana, y opté por dirigirme a Bayona porque ya era un poco tarde para pensar en ir hasta Oloron. Aparqué en la zona de las murallas y me di un paseo tan largo como permitía el horario: entre las 18:20 y las 19:44 están datadas las fotos. Admiré la fachada de la catedral gótica (no le recordaba unas torres tan altas) y me queda visitarla por dentro con tiempo y con luz. De algunas ventanas salía sonido de platos y cubiertos, y tomé la carretera hacia la frontera creyendo (¡y por fin acertando!) que en ese tramo horrible habría poco tráfico. La puesta de sol fue espectacular, porque las nubes cubrían casi todo pero dejaban en alta mar un hueco por el que se colaban los rayos solares. Todo se teñía de un rojo intenso, como si hubiera un gran fuego lejano, y yo me lamentaba de estar conduciendo. Por fin, al pasar por Bidart, salí de la carretera y entré por un camino que pasaba junto a un acantilado. El sol ya había desaparecido hacía rato, pero quedaba a lo lejos una estrecha franja anaranjada entre el gris oscuro de las nubes y el gris verdoso del mar.

Llegué a la frontera ya de noche y para las nueve y media estaba en casa. 240 kilómetros.

24.9.04

38/2004 Virgen de la Peña y Lourdes

Coincidiendo con el otoño, y el inicio del curso las actividades de fin de semana van aumentando.

El jueves tuve la habitual salida al campo con el grupo de botánica. Fue un agradable paseo por Iribas, viendo algunas plantas y los primeros hongos de la temporada, todos pequeños y la mayoría no comestibles.

El viernes salí con un grupo y profesora a buscar hongos por la zona de Ulzama. La cosa no pasó de un paseo por el bosque de hayas, donde también había algunas zarzas y espinos (RUBUS FRUTICOSUS y CRATAEGUS MONOGYMA), que pinchaban y arañaban igual en latín que en castellano. Muy ocasionalmente vi alguna seta pequeña que, no estando entre mis conocidas, dejé en el sitio. Regresé con la cesta completamente vacía, pero no fui el único. Sólo la profesora traía media cesta, con diversos ejemplares para enseñar y aproximadamente una docena de BOLETUS LURIDUS (http://www.micologia.net/colaboradores/boletus/htm-boletus/luridus.htm) para comer. Al ser un hongo que se parece bastante al tóxico BOLETUS SATANAS (http://usuario.tiscali.es/mikel.tapia/Perretxikoak/Argazkiak/Boletus%20satanas.htm) nadie mostró interés por ellos y terminé preparándolos fritos a fuego suave para cuando Merche volvía el sábado del trabajo.
Al volver de las setas dejé el coche en casa y me fui para el centro, donde había quedado con Koldo, Alberto y Esther para ir a cenar gastando unos premios de lotería. Pobre fortuna fue la nuestra, que con más de un premio en vez de poder comprar coches o billetes para un crucero, sólo nos alcanzó para un menú de primero, segundo y postre.

Primero buscamos un restaurante que anunciaba comida rusa en la calle San Nicolás. Debió cambiar, porque no lo encontramos. Pensamos también en un restaurante mexicano, pero quedaba lejos, y finalmente optamos por el Restaurante San Fermín, en San Nicolás 44-46, 1º Dcha. Tenían carta y un menú de 24 euros que, sin estar mal, me pareció que no valía más de 18 tomando como referencia lo que suelo pagar los fines de semana. El pastel de pescado de primero no estaba mal (es un plato que nunca está mal. Otros comieron ensalada y revuelto de ajos y gambas. De segundo tomé chuleta de ternera con salsa de hongos, y la chuleta, que no tiene demasiado misterio, estaba bien. La salsa me defraudó: le faltaban cuerpo, sabor y hongos. El ciervo obtuvo comentarios de aprobación, pero no lo probé, bastante trabajo tenía con mi chuleta. De postre tomé crepes con chocolate. Los cafés costaban 1?50 euros por encima de los 24, y facturaron 10?50 en concepto de licores para tres, total 112?50. Todavía quedaba un poco de dinero y fuimos a tomar algo.

El sábado salí con Luis con un retraso ya previsto de media hora. La semana anterior habíamos pasado junto a un cartel, a las afueras de Salvatierra de Esca, que indica ?Virgen de la Peña 8 km.?. Tomamos el almuerzo habitual (café, manzanilla, tortilla de patata) en el Hostal Latorre de Liédena, vimos desde la carretera el estado de las aguas termales y, al poco de atravesar Salvatierra aparcamos el coche al principio de la pista, nos pusimos las botas y cogimos agua. A los pocos minutos vimos que un sendero, indicado con un cartel, se separaba de la pista y se dirigía a la ermita más directamente. La pendiente que se presentaba desde abajo era muy fuerte y preferimos seguir por la pista. Fuimos ascendiendo y en algún momento parecía que no iba a haber 8 km., pero lo cierto es que el tiempo iba pasando y mi cuentakilómetros avanzaba. Al llegar arriba marcaba 8?3, y eran las 13:11 (habíamos salido a las 10:48) y prácticamente habíamos subido 700 metros (685 de acuerdo con mi altímetro). En la cima, sobre una base muy firme de roca caliza, hay una ermita con un aljibe cubierto que recoge el agua de lluvia del tejado. La vista era excepcional, ya que el día estaba completamente despejado y el aire bastante limpio. Los buitres planeaban por debajo, de vez en cuando alguno pasaba más cerca, y estuve un buen rato haciendo fotos desde el vértice geodésico. En el buzón pone ?Virgen de la Peña. Altura 1294 m. S.C.D.R. Anaitasuna. Iruñea 13-4-79?. Para la bajada optamos por el sendero. Cuando llegábamos arriba pregunté a unos que bajaban y me dijeron que el sendero estaba muy marcado y que la pendiente era suave. Desde arriba se veía la línea del sendero, que descendía en zig-zag. A pesar de todo, antes de llegar abajo ya notaba las rodillas bastante cargadas. El ahorro en distancia era de aproximadamente un kilómetro, pero el camino de subida ofrecía mejores vistas y estaba algo más ventilado; en cambio el sendero, muy pegado a una ladera muy empinada, acumulaba calor. Esa era precisamente la zona que los buitres empleaban para subir en espiral aprovechando las corrientes térmicas ascendentes que se forman por efecto del calentamiento.

Llegamos al coche poco después de las tres y diez, y estábamos lejos de todo restaurante conocido. Además, yo tenía una cita a las siete en Pamplona y antes queríamos darnos un baño. Me resigné al plan que parecía más eficaz, que era ir directamente a bañar y, tras ello, parar en Liédena a comer un bocadillo a media tarde, ya de vuelta. Pero al pasar por Salvatierra de Esca vimos al borde de la carretera un cartel que anunciaba el Restaurante Casa Miguela. Cambié los planes sobre la marcha y metí el coche por una estrecha cuesta arriba. Preguntando un par de veces encontramos el restaurante y nos sentamos a las 15:32. La carta no estaba mal, pero un menú del día de 10 euros era mucho mejor, así que preguntamos por el menú. Las opciones eran mínimas, pero suficientes: de primero tenían garbanzos y patatas con tomate. Elegimos las patatas y nos trajeron dos buenos platos de ensalada de patata cocida, con tomate, atún y cebolla. Estaba muy buena. De segundo había filete de ternera y San Jacobo (filete, queso y jamón todo ello empanado). Pedimos uno de cada y también quedamos satisfechos. De postre tomamos flan casero. El vino era adecuado al precio, tirando a insípido, y la gaseosa de litro (Landa, de Sangüesa) se quedó temblando. Los cafés salieron a 60 céntimos, y aunque el IVA no estaba incluido, la cuenta no pasó de 22?68. Es una opción muy buena en una zona donde hay distancias considerables entre pueblos con dotaciones hosteleras. Repetiremos.

Luego nos bañamos en agua caliente, bastante turbia por la gente que había, y en agua mezclada que con el calor resultaba perfecta, y a las siete me encontraba con que el aparcamiento subterráneo más próximo al lugar de la cita estaba completo. Busqué en otra parte y llegué con veinte minutos de retraso, pero no el último.

La jornada terminó con los hongos que preparé a última hora.
Jueves, viernes y sábado sumaron 550 km.

El domingo recogí a Consuelo a las ocho y media y a Sos pasadas las nueve menos cuarto. Lo que tenía previsto era visitar algunas de las muchas cosas que se pueden ver en la provincia de Huesca y, a la vuelta, darnos un baño caliente. Paramos a almorzar en Jaca y aprovechamos para dar una vuelta y visitar la catedral. Primero vimos la estatua de Ramiro I, que me trajo a la memoria la leyenda de la Campana de Huesca, de Ramiro II:

<Siendo rey Ramiro II "El Monje", los nobles y potentados de su reino no le eran del todo fieles y no tenían gran confianza en su gobierno. El monarca preocupado ante esta situación decidió consultar al abad de su antiguo monasterio para ver como resolver el problema. Éste, prácticamente sin palabras, le mostró como cortaba en su huerto las coles que destacaban excesivamente sobre las demás. Así, Ramiro II sacó sus propias conclusiones.
Convocó en 1136 a los nobles a Cortes en Huesca para comunicarles que iba a hacer una fabulosa campana que se oyera en todo el reino. Y ciertamente sonó en todos los sitios, ya que conforme los nobles llegaban a su palacio los fue decapitando uno a uno, para después colgar sus cabezas en un sótano de la residencia real.
La imagen de esta masacre es estremecedora y por supuesto inventada, aunque está contrastado históricamente que en una ocasión se sublevaron ante su poder siete aristócratas, y el rey, por muy monje y cristiano que era, no dudó un instante en mandarlos ejecutar.>>

Otra versión de los mismos hechos, contada de manera desenfadada y coloquial, está en http://www.lapaginadefinitiva.com/historia/histeria/84.htm

La catedral de Jaca es una importante obra de estilo románico con añadidos posteriores. En la zona del altar se sitúa el órgano, y hay una bóveda decorada con frescos de Bayeu, el cuñado de Goya. Pero de la parte artística te puedes documentar por tu cuenta, lo que no figura escrito son los tres mendigos que vigilaban las dos puertas, y el señor de aspecto normal y edad de jubilado que me abordó en el interior diciendo algo así como ?Señor, ¿me puede dar alguna moneda para un café?. En el exterior vimos que saludaba a un vecino y pensamos que quizás en su casa lo manden a la calle sin dinero y él busque así la manera de tomarse algo más que café en el bar.

De Jaca nos dirigimos hacia el norte y al llegar a Canfranc nos metimos en el túnel. Tras nueve kilómetros de túnel aparecimos en Francia. Siguiendo la carretera descendimos durante un buen rato, y como los franceses comen muy pronto buscamos algún sitio para parar. El primero se nos hizo caro y, como teníamos algo de margen, seguimos adelante. En las afueras de Oloron me fijé en un sitio con faroles rojos y entramos. No era el restaurante chino que parecía, sino vietnamita, mejor todavía (semanas atrás habíamos intentado cenar comida vietnamita en un restaurante oriental de Pamplona y nos sacaron platos chinos). Había un menú de fin de semana de 14 euros, y pedimos ensalada vietnamita y nem, que se parecen a los rollos de primavera, pero que se comen envolviéndolos en hojas de lechuga y aderezados con unas hojas de menta. Luego trajeron una fuente de arroz y los segundos que cada uno pidió (pollo con curry, langostinos, y para mí sepia picante). Como el menú no incluía bebida, pedimos una jarra de agua. Parte de ella fue a parar a mi pantalón, porque el diligente dueño-camarero le dio un mal golpe a mi copa y su contenido se derramó hacia mí. ¡Menos mal que no era vino!. Sólo había ocupadas otras dos mesas, una con dos mujeres y un par de niños pequeños, todos con rasgos occidentales pero que manejaban los palillos con destreza. En el otro extremo había una pareja, y nosotros pedimos tenedores porque nos falta mucha práctica con los palillos. De postre pedimos plátanos fritos flambeados (pagando un suplemento de dos euros) y con los cafés pagamos 49 euros.

Seguimos hacia Lourdes y paramos poco antes en Lestelle-Betharram, que no conocíamos y resultó ser también un lugar de peregrinaje con una iglesia muy interesante. En un rincón hay placas de mármol de distintos tamaños y épocas, todas ellas reflejando el agradecimiento de quienes las encargaron. Unas son más extensas, otras más escuetas. Varias dicen simplemente ?MERCI?, una resulta muy clara (?MERCI 1914-1918?), y entre las demás se pueden citar: ?Hommage de reconnaissance à N. D. De Betharram. Une famille de Limoges. 1870?, ?PROTEGEZ-LES J.B.?, ?Hommage de reconnaissance et d?action de grâce à Notre-Dame de Bétharram pour une grâce bien précieuse. C. 6 avril 1879?, ?A LA REINE DU CIEL MIRACULEUSE guerison du pied droit Bétharram le II/II 1893. LOIR-MONGAZON chef de Bon. Au 139 d?infie.? (?Homenaje de reconocimiento a Nuestra Señora de Betharram. Una familia de Limoges. 1870.?, ?PROTEGEDLOS J.B.?, ?Homenaje de reconocimiento y de accion de gracias a Nuestra Señora de Betharram por una gracia muy preciosa. C. 6 de abril de 1879?, ?A LA REINA DEL CIELO MILAGROSA curación del pie derecho. Bétharram, 2-II-1893. LOIR-MONGAZON, jefe de batallón en el 139 de infantería?). No todas las placas son antiguas, hay una de 1990 y la más moderna dice ?PER GRAZIA RICEVUTA, MERCI. ROSARIA SCALIA 23 LUGLIO 1998?.

http://www.geocities.com/~betharram/matcat/betharr.html
http://www.betharram.com/main/base_sp.htm se centra en el aspecto turístico.
http://www.betharram.org/espanol_gen.htm es la página oficial.
http://www.betharram.fr/ está en francés.

Seguimos viaje y, aunque nos costó aparcar, veinte minutos después entrábamos en Lourdes.
Ver http://www.lourdes-infotourisme.com/espagnol/bienvenue.htm
Había muchísima gente, y unos amplios círculos formados en su mayoría por carritos para inválidos donde se rezaba el rosario en distintos idiomas. Cerca de la piscina me llamaron la atención unas sillas metálicas que tenían pintado en el respaldo el mensaje de algunos donantes (?A mon époux Robert CAUTINEAU, 1922-1995, ???ournai ? Belquique?, ?Carolina PASCAL, l?an 2000?, ?To a beloved nan Elsie Roberts?, ?Dono famiglia BERTI Domenico PAVI. Lourdes 4-2001 Italia?). En una especie de estufas especiales ardían enormes cantidades de velas y numerosos cirios gruesos. En ellas se puede leer, en letras caladas que el humo no puede ocultar, y en varios idiomas, ?CETTE LUMIERE PROLONGE MA PRIERE? (?Esta luz prolonga mi oración?).

Visitamos la basílica, que tiene las paredes cubiertas de agradecimientos grabados en el mármol, y luego vimos una larga procesión, con enfermos y sanos, religiosos y seglares, que hubieron de aligerar el paso cuando empezó a llover. En el momento de aparcar yo tenía mis dudas y opté por dejar el paraguas en el coche, en ese momento lo eché en falta. Durante un rato hubo una lluvia fina que arreció en algunos momentos, pero finalmente paró, cuando ya habíamos cogido algo de humedad. Salimos hacia la calle principal, donde están la mayoría de las tiendas de recuerdos y artículos religiosos, y entre el tráfico de coches que subían nos llamó la atención un autobús inglés muy especial, de dos pisos y con luz azul arriba: el primer autobús-ambulancia que veíamos, de la empresa JUMBULANCE (http://www.jumbulance.org.uk/).

No había tiempo para visitar el castillo, que mantiene partes desde el siglo XI y que desde entonces ha estado en uso, sufriendo adaptaciones y reformas hasta mediados del siglo XIX. Se habla de él en http://www.lourdes-infotourisme.com/espagnol/visites/chateaualourdes.htm

Aparte de mis fotos puedes ver las de un profesional en http://rpeyre.free.fr/lourdes/

Cerca de las siete de la tarde emprendimos el regreso. Disfrutamos de las carreteras de montaña, del escaso detalle de mi mapa de carreteras de Francia que hizo que desde Oloron nos dirigiéramos hacia Belagua (por Arette y el puerto de la Piedra de San Martín -1750 m.-, con la amenaza de una niebla que estaba pocos metros por encima de nuestras cabezas). Después de pasar por Aramits (había carteles alusivos a los tres mosqueteros) y llegar a Arette dimos media vuelta ante la perspectiva de 23 km. hasta la frontera, y los kilómetros de bajada del puerto por el lado español. Nuevamente en Oloron, cogí la salida correcta en la glorieta (¡cómo eché en falta el navegador GPS!), y pasadas las nueve entrábamos en el túnel internacional de Canfranc. El plan primitivo de tomar un baño termal a la vuelta se había visto superado por el horario y paramos a echar gasoil en Jaca y a tomar algo y estirar las piernas en Puente la Reina de Jaca. Tras dejar a los pasajeros en sus casas llegué a la mía hacia las once y media. Fueron 607 km.

14.9.04

37/2004 Orhi y Cabárceno

Este ha sido un fin de semana mucho más tranquilo, sólo han sido 784 km.

El viernes tenía salida con el grupo de botánica. Más información sobre botánica y otras secciones en www.gorosti.org. Iba a subir con tiempo, pero el coche no arrancó porque, desde la última visita al taller, cuando el motor está caliente arranca mal o muy mal, y a veces simplemente no arranca hasta que pasa un rato y se enfría. Con frío arranca perfectamente, y es un fallo menos frecuente que a la inversa. Como ya le toca un nuevo cambio de aceite aprovecharé la visita al taller para ver si por fin me lo solucionan.

Como la coordinadora de botánica vive en el barrio la esperé en la puerta de su garaje y subí con ella al lugar de reunión. Nos dimos una vuelta por una pista que, partiendo de Arraiotz, se dirige hacia el norte. No había demasiada variedad de plantas pero al menos escapamos del calor de Pamplona.

El sábado salí con Luis a la hora acostumbrada. Antes de las nueve y cuarto ya habíamos almorzado en Hostal Latorre de Liédena (él y yo, café, manzanilla y mini-bocadillo de tortilla fina, 4'30 euros; el tercero se metió 62 litros de extra-diesel sin pestañear) y estábamos mirando las ruinas del balneario desde la carretera. Predominaban los pescadores sobre los bañistas.

Seguimos adelante y nos desviamos hacia el valle de Roncal. En Isaba había muchos coches aparcados y una pancarta colgaba de lado a lado de la calle, tal vez coincidiendo con la meta de un evento cicloturista internacional. En http://isaba.binart.net/modules/articles/article.php?id=31 y en http://www.euskalnet.net/jsanchezb/larralarrau.htm hay detalles sobre la marcha Larra-Larrau 2004, que figura para el día 4 pero que se celebró el 11. Son 143 km. de carretera y 3600 metros de desnivel, que para mí son imposibles sin la ayuda de combustibles fósiles. El aparcamiento del alto de Larrau (a 1573 metros) estaba bastante concurrido pero quedaba sitio de sobra para nosotros. Nos pusimos las botas y, pese a la niebla, tomamos el sendero que lleva a la cumbre del Orhi (2018 metros) hacia las once y cuarto. Soplaba viento sur pero, aunque daba en la espalda no suponía una ayuda apreciable con la cuesta arriba. Hacia los 200 m. de desnivel me empezaron a flojear las piernas y paramos para comer alguna barrita de cereales. Lo achaqué a la lejanía del frugal almuerzo, unido a la pendiente que, sin ser demasiado pronunciada, es bastante seria. El viento seguía subiendo la niebla y llegamos a la cumbre antes de las 12:40, sin haber podido distraernos con el paisaje. Permanecimos unos minutos sentados en la cumbre, al abrigo del viento, esperando a que levantase la niebla. El camino está tan marcado que es más bien un surco profundo y no había peligro de pérdida. Hacia la mitad del descenso desapareció la niebla, y tampoco se veía niebla por arriba, pero no era cuestión de volver a subir para hacer las fotos. Ya volveremos otro día?

Encontramos el aparcamiento más lleno y gente animando a los ciclistas que subían el puerto de Larrau por el lado francés, que tiene unos 1200 metros de desnivel. Bajamos el lado español a paso de ciclista (llevábamos a dos delante, pero habría tenido que forzar la marcha y arriesgar en las curvas para poder adelantarles a más de 60 km./h.). Al llegar al llano iban hacia Isaba y nosotros tomamos hacia Ochagavía y paramos dos pueblos más adelante, en Oronz. Había telefoneado al Hostal Salazar cuando terminábamos de bajar del monte y teníamos la certeza de que había una mesa para dos esperándonos.

Tomamos por 17 + IVA (total 36'38) el menú de fin de semana. Elegimos entre las opciones
- Arroz con almejas / Ensalada mixta (había también ensalada templada con codornices, que la preparan muy buena, pero no me apetecía pelearme con los huesos de los pájaros)
- Cordero al chilindrón / Chuleta de ternera, abundante, poco hecha, tierna. No pude acabarla, y eso que pedí un primero ligero.
- Cuajada / Puding de manzana
- Tinto y gaseosa, dos cafés solos.
Luego bajamos hasta el final del valle y, en vez de salir por el puerto de Iso, tomamos hacia Bigüezal y paramos en Castillonuevo, un pueblo que yo no conocía. Me sorprendió ver varias casas del siglo XVII, cuando no es muy habitual que queden las del XVIII. El pueblo es pequeño, tiene fuertes pendientes y un frontón pequeño con cubierta metálica que aporta al conjunto la principal dosis de fealdad. Con una pequeña ayuda pusimos el coche cuesta abajo para arrancar y seguimos viaje.

Terminamos la jornada en las aguas templadas de Yesa, el baño no llegó a las dos horas. Mi paz espiritual se vio perturbada con la llegada de un grupo familiar un poco extraño: papá y mamá eran jóvenes, más o menos de mi edad. Había un niño pequeño, de entre 5 y 8 años, con un acusado retraso en el lenguaje. Había también una joven con un bikini muy pequeño y un gran tatuaje de diseño "tribal" a la altura de los riñones, y no era la tía sino la hermana del pequeño. El quinto personaje es el que me desató las alarmas: otro adolescente, no parecía haber llegado a los 18, con un poco de pelo en la parte de arriba de su cabeza rapada, una palabra en letra gótica que no pude leer tatuada sobre los omoplatos, un teléfono móvil de última generación colgando del cuello y que dejaba oir permanentemente algo del estilo de la música "bakalao". Mejor iría con un cencerro. Y, lo peor, en la pantorrilla derecha, visible desde atrás, una cruz gamada de no menos de 10 centímetros de lado. Espero que le llegue pronto el día de quitarse el tatuaje con las uñas. Mis convicciones democráticas flaquearon con esa imagen.

El domingo salí con mis padres, que tenían interés en visitar a unos amigos en Castro Urdiales. Como teníamos todo el día por delante, a la ida tomamos en Bilbao la salida oeste, para ver el exterior del Guggenheim. Se baja una calle que desemboca en la plaza del Sagrado Corazón. En ese momento llegaban varias furgonetas de antidisturbios de la Ertzaina y, como no teníamos ninguna necesidad de sobresaltos, cuando el semáforo se puso verde di la vuelta completa a la plaza y retomé la autovía en el mismo punto donde la había dejado menos de cinco minutos antes. Dejábamos atrás el cruce de Castro Urdiales hacia las once menos cuarto, y seguimos hasta divisar Santander. En vez de entrar a la capital nos desviamos hacia Cabárceno, para ver el parque de la naturaleza. Me escocieron bastante los 12 euros que cobran por entrar (¡y encima no hacen descuento a los jubilados!), y vimos algunos animales cuidando siempre de aparcar en pendiente. Los tigres sesteaban tumbados en la hierba y olían mal. Los lobos estaban muy lejos y se veían minúsculos. Los bisontes se servían hierba de los comederos como si fueran vacas estabuladas. Coincidimos con un par de elefantes más cerca, pero se empeñaban en ofrecer su lado menos favorable, el trasero.

Abandonamos el parque y por la carretera en dirección Bilbao nos detuvimos en Entrambasaguas, en una zona alta con desnivel que tiene un restaurante a cada lado de la carretera. Dejé el coche en pendiente y echamos un vistazo al menú de EL BOSQUE - BAR HOSPEDAJE. Mientras leíamos en el exterior 1º Ensaladilla rusa - Patatas marineras - Macarrones con tomate - Tomate con atún y 2º Pimientos rellenos - Morros de ternera - Albóndigas - Costilla asada - Lomo adobado, y postres variados, pan, vino 8 euros nos vinieron unos olores de la cocina que no quisimos ver más. Era un poco temprano y fuimos los primeros en entrar a la zona de comedor, separada del ruidoso bar (se notaba la afición a la fórmula 1 en el grupo que seguía la carrera por televisión). Nos dejaron la fuente de patatas marineras, y repetí. También probé los morros de ternera (no estoy acostumbrado a ese tipo de platos, pero no me disgustaron) y quedé muy satisfecho de mis tres pimientos rellenos de carne, con salsa espesa y sabor también casero. El queso fresco también debía ser casero y estaba bueno, pero dejé la mitad por aquello de no aumentar el peso. Al vino le favorecía la gaseosa. El café estaba muy bueno y añadía poco más de un euro al precio del menú. Es un sitio sin pretensiones pero con muy buenos sabores caseros, como para repetir.

En Castro Urdiales sólo contábamos con la dirección, sin pistas y sin navegador GPS. Anduvimos un poco con el coche y, tras la primera consulta atinada (la mayoría de la gente que había por la calle era de fuera) llegamos cerca de la casa, puse un par de euros en el parquímetro (la recaudación de la zona azul no se toma ningún día de respiro, reclama pago de lunes a domingos incluyendo festivos) y buscamos el número. Antes de las cuatro estábamos sentados en el salón y ahí estuvimos hasta poco después de las cinco. El pueblo merece una visita tranquila porque el perfil de la iglesia me llamó la atención de lejos. También tiene un faro sobre lo que fue un castillo, y algunos edificios entre el XIX y el XX de estética cuidada. Queda también una mansión y una construcción con forma de castillo levantados con los capitales de la minería.

Hacia las cinco y media emprendíamos el regreso, que alargué subiendo un poco al monte para hacer unas fotos de Pamplona al atardecer. El sol se puso hacia las 20:12 y cuando dentro de mes y pico cambie la hora oficial quedaremos sumidos en las tinieblas.

7.9.04

36/2004-Bilbao

Con el nuevo mes de septiembre el curso empieza para todos. He retomado la actividad del grupo de botánica, y el viernes tuvimos la primera salida. No hubo demasiado éxito de asistencia, estábamos solos la coordinadora y yo. Fuimos a Elso y de ahí subimos al monte Arañotz, que tiene un vértice geodésico a 838 metros. Los aproximadamente 300 m. de desnivel me hicieron sudar y confío que también quemar unos miligramos de grasa.

El sábado recogí a Luis como de costumbre, y vinieron tres pasajeras más: su mujer y dos vecinas. Fuimos a Bilbao y nos separamos en dos grupos: ellas entraron al museo Guggenheim, a Cortefiel y a El Corte Inglés, y nosotros caminamos por la ciudad buscando sus atractivos. La estación de ferrocarril tiene una gran vidriera que, por ser de mitades del XX todavía no debe resultar valiosa. Vimos algunas iglesias de exterior bastante soso (estilo neogótico, de finales del XIX o principios del XX), y en una que entramos comprobamos que el interior no mejoraba. Por la zona de la Gran Vía hay varios edificios notables de la primera mitad del XX que, sin ser maravillosos, resultan agradables a la vista. Durante el paseo encontramos un sitio que por menos de 10'50 ofrecía un menú de cuatro opciones muy tentador, tanto que, tras reunirnos hacia las 13:15 en la puerta de El Corte Inglés, fuimos para allí. El sitio se llama Dolce Vita, y está en la calle Licenciado Pozas 55. Cuando llegamos nos encontramos con que habían cambiado los carteles del exterior, y ahora se ofrecía un "menú especial" de 24 euros. Entré a preguntar y me dijeron que se habían despistado y no habían cambiado los carteles a tiempo, que el menú correspondía al viernes. Agradecí la respuesta y dije que buscábamos el menú de ayer y que "ya volveremos a comer ayer". Retrocedimos y entramos al mismo sitio donde habíamos almorzado (una tortilla de patata exquisita, únicamente superada por la que hacen en "La Navarra" de Pamplona y que le hizo ganar un concurso de tortillas de patata) y acertamos de lleno. Se llama Restaurante Markina y está en la calle Henao. Al asomarse a la esquina se ve el perro de flores que acompaña al museo, del que le separan unas cuatro manzanas. Por 10 euros ofrecía:
1) Sopa de cocido / Paella / Ensalada de pasta / Guisantes con jamón
2) Bonito con tomate / Salmón a la plancha con piperrada / Guiarra empanada con pimientos rojos / Filete con patatas fritas
3) Postre, pan, vino.

Pedimos paella y guisantes y entregamos los platos limpios. De segundo, carne y salmón. El trozo de salmón, como media rueda de la parte central de un pez grande, parecía pequeño pero era grueso y la ración resultaba correcta. Venía acompañado de unos trozos finos de verduras fritas y me supo muy bueno. El vino se podía beber sin gaseosa, pero lo rebajé mucho. Y como hacía mucho que no comía brazo de gitano, ése fue el postre que pedí.

De regreso al coche pasamos nuevamente junto al museo Guggenheim y paramos un poco a hacer las fotos de rigor. Ya puestos no se libró de ellas una novia que aguardaba en el semáforo. El vestido color hueso incorporaba una amplia zona ya grisácea, de tanto arrastrar la cola por el suelo. Más vistosos resultaban los colores irisados de unos cubos que se han montado junto al museo. De su página web
(http://www.guggenheim-bilbao.es/caste/exposiciones/las_exposiciones.htm) copio: "El artista japonés Hiro Yamagata presenta su instalación más reciente en la parte exterior del Museo. Campo cuántico-X3 consiste en dos enormes estructuras revestidas de material holográfico sobre las que se proyectan masivos haces de rayos láser que configuran una vibrante composición. El acceso al interior de los cubos ofrece al visitante una experiencia de luz y color difícilmente imaginable para nuestros sentidos. Su obra supera los límites naturales de la percepción humana haciendo que las partículas lumínicas se hagan visibles al ojo en un fascinante juego de luces y formas." Me están dando ganas de ir. Los cubos son por fuera del color del arco iris: en su superficie la luz solar se descompone y, dependiendo del ángulo, se ven distintos colores. Hice unas cuantas fotos, no tantas como me hubiera gustado, y pondré algunas para que veas si te gusta.

Eran las tres y media pasadas, y como no íbamos mal de tiempo acertamos a pasar junto a la basílica de Begoña y paramos un momento. Estaba cerrada, así que nos limitamos a darle la vuelta por el exterior.
La gran torre se me hacía extraña. Menos mal que en http://www.basilicadebegona.com lo explican: "En 1835, en la primera Guerra Carlista, se destruyen la fachada y la torre. La actual fachada a los pies y torre es proyecto de José María Basterra y realiza entre 1902 y 1907, mientras la sacristía actual se construye entre 1900 y 1903."

Hacia las cuatro emprendimos definitivamente el regreso y poco antes de las seis ya estaba en casa, para asearme y cambiarme. Hacia las ocho menos cuarto me encontraba con Maribel y poco después con Tomás para asistir en el Baluarte la ópera de la temporada: "La Donna del Lago" de Rossini (1792-1868), que fue estrenada en 1819.
Yo conocía "La dama del lago" (The Lady in the Lake, publicada en 1943), de Raymond Chandler, que leí en una edición de bolsillo. También vi la película del mismo título, de la que un aficionado escribe "The Lady in the Lake, (La dama del lago) Knopf, Nueva York, 1943. Existe una curiosa adaptación al Cine: The Lady in the Lake, 1946. 103 minutos. B/N. Director: Robert Montgomery
Guión: Steve Fisher. Música: David Snell
Interpretes: Robert Montgomery, Audrey Totter, Lloyd Nolan, Tom Tully, Leon Ames
Esta curiosa peli es, que yo sepa, la única rodada en la historia, en "primera persona"; es decir: vemos con los ojos del detective, y la gente habla a la cámara hablando al detective. Un poco rayante, al final, pero tiene la originalidad de recordar el modo en que están escritas estas novelas, es decir, desde el punto de vista de Marlowe."

http://www.telepolis.com/cgi-bin/web/DISTRITODOCVIEW?url=/1370/doc/AUTORES/Biografias/belles44@20030206@215241.htm

Pero Philip Marlowe no estaba entre los personajes que aparecieron en el auditorio. Jacobo V era interpretado por Juan Diego Flórez, tenor peruano de 31 años que ha sido señalado por Pavarotti como su sucesor. La expectación era tan grande que, pese a tratarse de una versión concierto (sin escenografía ni vestuario) las entradas llevaban días agotadas. Al poco de iniciarse, en la primera intervención de Elena (interpretada por la soprano Darina Takova) pareció que llegaba el momento de los tísicos saboteadores: por toda la sala y de forma bastante continua se oían toses secas. Está claro que el tabaco hace estragos entre el auditorio. Y pronto se empezaron a oír los papeles de los caramelos de menta, pelados sin ningún cuidado. No tengo el oído suficientemente educado, pero el trabajo de los cantantes me gustó mucho: técnica depurada y gran potencia de voz, sobre todo en los papeles principales. Muy destacable estuvo Daniella Barcellona en el papel de Malcom Groeme. Y los gritos de "Bravo" que se escuchaban en los aplausos y lo cerrado de las ovaciones confirman que eso que me sonaba bien pero que no soy capaz de explicar por qué, debía ser realmente bueno. Los aplausos finales duraron diez minutos, con casi todo el público en pie.

Otra forma de contarlo, la de la mayoría que no comparto, podría ser:
"Estaba todo lleno de gente puestísima, sobre todo las tías, muchas con vestidos largos, algunas con lentejuelas y bolsos diminutos, zapatos incómodos, joyas y mucha tontería, y la mayoría de los asistentes parecían más preocupados por ver y dejarse ver que por lo que allí iba a suceder. El escenario estaba lleno con sillas y atriles, y atrás una grada escalonada. Con casi cinco minutos de retraso entraron los músicos vestidos de pingüinos y atrás había también unas que serían las focas, todas con vestido blanco hasta el suelo. El último que entró era el pingüino jefe, ya que en vez de sentarse se quedó en primer término, subió a una plataforma y se puso a gesticular y a hacer aspavientos. Y los otros tocaban y cantaban siguiendo sus movimientos. Debía ser un jefe poderoso, porque todos parecían hacerle caso, incluso temerle." Como he ido ya a muchos conciertos sé que la etiqueta y el protocolo de los músicos en escena resultan bastante rígidos, y éstos se ajustaban a la pefección.

Tras la música fuimos a atender al cuerpo. Eran casi las once y media y difícilmente nos darían de cenar. Afortunadamente la Cervecería Tropicana apaga la plancha algo más tarde, e instalados en la terraza pedimos tres hamburguesas con todos los complementos, y cerveza. Grandes, difíciles de abarcar y escurriendo tomate y yema de huevo, no era posible comerlas con elegancia pero las disfrutamos hasta el último bocado.

El domingo salí solo y un poco más tarde y paré a las nueve y poco a comprar la prensa. Luego fui nuevamente a Bilbao. Aparqué cerca de la terminal de autobuses y pregunté por el Museo de Bellas Artes. La idea original de toda la semana era visitar el domingo el Guggenheim, pero el sábado vi unos carteles anunciando una exposición titulada "DE INGRES A CÉZANNE" que me resultaron más atractivos. Para las 10:30 ya estaba junto al Euskalduna (Palacio de Congresos y de la Música) y, al otro lado de unos jardines, llegué al museo. Tras ver la exposición temporal pasé a la cafetería donde me pedí una caña y, cuando sacaron la tortilla rellena pedí también un pincho. Por la caña me cobraron 1'65, y después por el pincho 1'30. A un turista que pidió "Buenos días. Una caña, por favor" con marcado acento anglosajón el mismo camarero le recogió del mostrador la moneda de 2 euros, marcó 2 en la caja registradora y no le devolvió ningún cambio. Con el cuerpo en orden tras el almuerzo, recorrí el resto del museo: las salas de la colección permanente del románico al XX y la nueva zona de arte contemporáneo que vi más rápido (aunque no hubiera sentido la premura de tiempo creo que no les habría dedicado más minutos). Recuerdo un gran cuadro (mejor dicho, un cuadro de tamaño grande) de Miquel Barceló que tenía gran cantidad de pintura, unas costras de pintura amasadas con algunas pepitas de calabaza. Ya empezaba a pensar en la poca limpieza del estudio cuando vi que la palabra calabaza formaba parte del título, así que supuse que las pepitas estaban colocadas ahí deliberadamente. Gabriel Ramos Uranga tiene dedicada una sala. Son cuadros abstractos de gran formato, con colores vivos, que no me dicen gran cosa pero al menos me resultan agradables a la vista. Te puedes hacer una idea viendo http://servicios.elcorreodigital.com/vizcaya/pg040810/prensa/noticias/Cultura_VIZ/200408/10/VIZ-CUL-002.html
Y no sigo lanzando disparates sobre lo que no entiendo.

Abandoné el museo poco después de la una y media y empleé casi una hora en llegar a Basauri, incluyendo tres llamadas de teléfono a quienes me esperaban para comer. Yo había pensado en comer por ahí pero, si no se está muy pendiente de tonterías, donde mejor se come es en casa. Ensalada, lentejas, setas y té rojo, todo muy bueno y en muy buena compañía. Luego nos dimos un paseo por el monte y a las siete emprendí el regreso. Como no tenía prisa decidí volver por la carretera, evitando el peaje de 3'80 entre Bilbao y Vitoria. De todas maneras, aunque hubiese querido volver por la autopista, no habría tenido opción porque en algún momento perdí la posibilidad de entrar. Llegué a casa un poco antes que de costumbre.

Los kilómetros fueron 321 el sábado y 346 el domingo. Lunes y martes suman unos 110 cada día.