DOMINGUERO

Viajes de fin de semana con origen en Pamplona

17.2.05

7/2005-Luezas y Veruela

Empieza el fin de semana con el séptimo concierto de abono de la Orquesta Pablo Sarasate. El programa resulta corto de duración, pero con obras seguras. En la primera parte, de Johann Christian Bach, la sinfonía nº 6, y luego de su padre Johann Sebastian la suite para orquesta nº 3. En la segunda parte, sinfonía nº 3 "Escocesa" de Felix Mendelssohn-Bartholdy. Actúa como director invitado a Robert King (1960), que dirige con precisión y expresividad.

El sábado salimos hacia las ocho y media, y esta vez tomamos la carretera de Logroño. Cuando terminen la autovía se notará una enorme mejora: por un lado, el doble carril y el trazado menos virado de la carretera; por otro, el fin de los desvíos provisionales, de las rectas con visibilidad pero con raya continua a causa de las obras, y de los cortes de carretera como el que nos tuvo detenidos unos veinte minutos...

Paramos a almorzar en las afueras de Logroño, a la entrada del hiper Carrefour del centro comercial "Las Cañas". Elegí una de esas tortillas rellenas, una que llevaba algo de ensalada y también chaka con mahonesa, que estaba sin estrenar pero con los cortes ya marcados. La camarera, con acento, me preguntó si la quería caliente. Yo sé que esas cosas no se calientan, pero gracias a que ella lo ignoraba le dije que sí, que la calentase un poco. No era cuestión de andarse con tonterías, estando en unos días bastante frescos.

Nos acercamos a Logroño y, sin entrar al centro, buscamos la salida por la carretera LR-250, pasamos por Ribafrecha y Leza de Río Leza, bajo Trevijano, rozamos Soto en Cameros y tomamos el desvío que indicaba "LUEZAS 7". La carretera asciende entre curvas y, en algunas zonas sombrías quedaban placas de hielo. Finalmente apareció un pueblo pequeño, con unas pocas casas arregladas, otras en ruinas y una de nueva planta en construcción. El mejor edificio del pueblo, la iglesia del S. XVI, se mantiene en pie pero está herido de muerte: carece de tejado y la bóveda de piedra ha empezado a ceder y presenta un agujero que no estaba el pasado verano. En lugar de puerta había unos hierros de andamio sujetos con cuerda a unos maderos, que impedían la entrada de visitantes y la salida de una vaca con su ternero que el avispado ganadero había confinado allí. En la parte trasera el suelo estaba irregular, por los escombros de la mitad del coro que ya había caído; en el resto estaba llano, pero todo oculto por varios dedos de barro, paja y estiércol. Las piedras de la bóveda estaban verdosas, de los líquenes que prosperaban gracias a la humedad, y en muchos puntos caían goteras.

Visto ya el pueblo nos dedicamos al deporte. Comenzamos a caminar a las once y media, subiendo hasta un collado próximo y después hacia la cumbre que tiene un vértice geodésico. El paisaje nevado de los montes de alrededor quedaba ligeramente empañado por la incomodidad del viento, aunque no era tan violento ni tan frío como el que estamos teniendo entre semana en Pamplona. Regresamos al pueblo hacia las dos, y topamos con un individuo al que la soledad se le debía hacer insoportable. O quizás era por tener pocos dientes, que las palabras no se le sujetaban en la boca y salían en tropel al exterior. Gracias a él obtuvimos alguna información, aunque la pagamos cara: se hizo tarde y las mejores opciones de comida desaparecieron. Nos dijo que "Medio Ambiente" había quitado el tejado de la iglesia, y que por eso eran responsables de su deterioro. La vaca y el ternero, que resultaron ser suyos, serían así vigilantes y garantes de la conservación del edificio. Insistió en acompañarnos al templo, que libre ya de ganado se podía ver mejor, y nos acompañó por una espléndida escalera de caracol hasta el campanario.

Cogimos el coche en torno a las dos y veinte y todos los restaurantes conocidos quedaban lejos. Recordé haber visto en verano un cartel anunciando comidas en el casino de Soto en Cameros, y allí fuimos. Sólo ofrecían un plato combinado (tocino, pimientos, patatas fritas y lomo o hamburguesa), y eso esperando un rato. Nos conformamos y pasamos a un salón contiguo, con grandes ventanales y salida a una amplia terraza. El diario "LA RIOJA" nos entretuvo a partir de las 14:45, pero nada podía distraerme de la actividad que bullía en torno a la mesa de detrás. Había cuatro adultos con otros tantos niños; unos hablaban, otros gritaban, a ratos corrían o saltaban, iban y venían, y las palabras "paz" o "sosiego" no caben al hablar de la espera ni de la comida. Si a este frenesí añadimos la elasticidad de las vigas, se entenderá con facilidad que en pocos minutos decidí no repetir la visita a ese lugar salvo trance de muerte o similar. No es que el suelo temblara, es que cedía al peso de un adulto caminando con cuidado o al de un niño andando o correteando con naturalidad, y cada vez que pasaba alguien por detrás (y eso era casi continuo) notaba cómo se balanceaban mi silla, mi cuerpo y la mesa. El resto de las mesas estaban libres, por lo que no temí que el suelo se fuera a hundir, pero en algún momento me abandonó la sensación de seguridad. Finalmente llegaron los platos. El pan y los sabores estaban bien, pero los pimientos habían caído del bote tal cual, conservando la temperatura del frigorífico. Para beber pedimos agua y un par de tintos, y éstos los sirvieron en una copa pequeña llena sólo hasta la mitad, como si fuéramos de chiquiteo.
Luego los cobraron largos, porque los dos platos combinados de 7 euros, adornados con una botella de agua, dos tintos pequeños y dos cafés lograron sumar los 21 que dijo la mujer sin pestañear y sin entregar papel de ninguna clase. Ese indicio y una evidencia (la tarjeta de minusválido en el coche que relacioné con las secuelas de la polio en el camarero) me mostraron que el BMW 525 tds aparcado junto a la puerta era el vehículo del gerente. Él nos preguntó qué tal habíamos comido y, por no detallar todos los inconvenientes, me referí únicamente al pan y al lomo y respondí que bien.

Dimos una vuelta por el pueblo, que se merece una visita de una o dos horas, quizás más. Hay varias ruinas, solares que en su momento debieron ser casas, y quedan en pie muchos ejemplos de arquitectura popular, con paredes de adobe reforzadas con maderos, voladizos, pasajes, todo ello sobre un terreno empinado e irregular, con un arroyo que atraviesa el pueblo para desembocar en el río Leza, que también exige su puente cerca de la plaza. En la Plaza de Juan Esteban Elías está el casino. Delante del casino hay una fuente de 1857 con seis gruesos caños de los que mana el agua a través de unas cabezas con bigote bastante graciosas. Sobre ellas una placa reza: "EN ESTE DIA, GRACIAS A LA VALIOSA AYUDA DE LA FAMILIA GRANDES ANGULO Y AL ESFUERZO DE LOS VECINOS, SE INAUGURA EL SERVICIO DE AGUAS A DOMICILIO. SOTO EN CAMEROS 8 SEPBRE 1969". Como en esa época yo andaba en pantalón corto, no se me hace un tiempo tan remoto. En el centro de la plaza se eleva un pedestal de piedra, y sobre él una estatua de bronce a tamaño natural. Pone: "A D. JUAN ESTEBAN DE ELIAS FUNDADOR DE LAS ESCUELAS DE SOTO. 9 DE SEPTIEMBRE DE 1920". Frente a la estatua hay un edificio de sillar y ladrillo, con soportales, y una placa de piedra donde se lee "PLAZA DE LA CONSTITUC." Junto a la puerta un azulejo solitario dice "Y ESCUELAS DE YNSTRUC-ON PRIMÁRIA.". Sobre la puerta, una pequeña placa de mármol recuerda "A D. JUAN ESTEBAN DE ELIAS EL PUEBLO AGRADECIDO." La puerta estaba abierta y entramos al zaguán, donde una placa esmaltada atornillada a una puerta cerrada advierte: "SE PROHIBE ENTRAR EN ESTE LOCAL BAJO LA MULTA DE 2 PESETAS". Y, para terminar con los escritos, pintado directamente sobre la piedra, hay en el mismo edificio otro texto antiguo: "SE PROHIBE LA ENTRADA DE CARRUAGES Y CABALLERIAS POR PORTALES BAJO LAS MULTAS DE 20 Y DE 4 REALES RESPECTIVAMENTE". Todo un viaje al pasado y a sus precios.

Salimos de nuevo a la carretera con dirección Soria. Pasamos por Terroba, San Román de Cameros y abandonamos la carretera secundaria para entrar por una terciaria hasta Vadillos. Y ahí dejamos la carretera para tomar una pista que atraviesa el monte y desemboca en Larriba, y en Zarzosa se recupera la carretera a 7 km. de Munilla, y 9 km. después está Arnedillo. Antes de aventurarnos consultamos con uno que bajaba a pie por la pista, y nos dijo que el firme era bueno para ir con un coche normal. También nos contó que era dueño de unas doscientas cabras (y una más desde hacía unos minutos), y que los pocos que quedaban en el pueblo llevaban una vida muy dura. Comenzamos a subir la cuesta y pronto vimos una cabra, con el cabrito recién nacido en el suelo. Lo vimos ponerse en pie, dar los primeros pasos, y buscar la ubre ayudado por suaves empujones con la pata o el hocico de la madre. Los siguientes veinte minutos fueron largos. En general la pista era muy buena, con partes de cemento, pero había algunas zonas de barro blando y otras de nieve vieja pisada que eran puro hielo. La velocidad iba muy controlada, quizás tendiera a ser escasa, pero en algún momento puntual perdí tracción y dirección, aunque no la calma. Decidimos dar la vuelta en Torremuña (muchas casas hundidas, unas pocas con tejados nuevos, la iglesia ahora en ruinas estaba bien hace 25 años), porque la pista todavía ascendía unos pocos cientos de metros antes de alcanzar el otro lado del monte, y habría sido imprudente buscar más placas de hielo. Queda pendiente ese recorrido para el verano.

Hicimos el camino inverso hasta casi llegar a Logroño y luego pasamos por Murillo del Río Leza, Galilea y Corera, Ausejo, El Villar de Arnedo y Arnedo. Llegamos a Arnedillo, nos dimos un baño y regresamos a Pamplona pasando por Calahorra.

El domingo teníamos pasajera nueva. No hablaré mal de ella, porque cuando lo lea se podría enfadar, ni bien porque conviene mantener un poco de discreción y preservar la intimidad. Mari Carmen hubo de esperar a la intemperie diez minutos por encima de la hora prevista porque a Maribel no le sonó un despertador que no debió poner bien la noche anterior. Sos, fiel a su costumbre, nos hizo esperar aún más, pero no perdimos el buen humor y nos echamos a la carretera a punto de dar las nueve.

Paramos en Cascante a ver la Basílica del Romero (www.cascante.com/arte/#romero). Luego seguimos hasta Tarazona, donde paramos a almorzar en un lugar que anoto para volver: bar Visconti, en una calle que desemboca en la plaza-rotonda. Tomamos tres cervezas con gaseosa, una ración de patatas a la brava, dos pinchos de tortilla, dos torreznos, un trozo de chorizo frito con un fuerte aroma que Maribel identificó como laurel, y no recuerdo si algo más, por 13 euros. Entramos a las once y para entonces la barra ya estaba cubierta de platos con muy diversos alimentos (mejillones, embutidos, tortillas, patatas, pimientos...).

Llegamos al monasterio de Veruela poco antes de las doce, y nos unimos a la visita guiada que empezaba a la hora en punto. Te puedes hacer una idea visitando www.dpz.es/cultura/veruela/veruela.htm. A lo largo de una hora la guía nos fue explicando muchas cosas. De todo ello me llamaron especialmente la atención algunos detalles:
- opus spicatum es el nombre que se da a la técnica constructiva consistente en colocar piedras inclinadas en un sentido, y en la hilera siguiente inclinadas en sentido contrario. Pueden alternarse con hileras dispuestas horizontalmente y, aunque me cuesta creerlo, dijo que de esta manera se logran muros más estables que los levantados con sillares. Se trata de una técnica romana, de la que puedes saber algo más en centros5.pntic.mec.es/ies.lucia.de.medrano/CBG/opus.htm y en www.cnice.mecd.es/eos/MaterialesEducativos/bachillerato/arte/arte/x-antigu/rom-mate.htm
- el monasterio contaba desde el S. XIII con una letrina, bajo la que pasaba una canalización de agua que se llevaba lo que caía.
- hubo un abad en el S. XVI, Lope Marco, que dejó una gran impronta en el monasterio, reformando y construyendo dependencias e instalaciones (a él se debe la torre octogonal levantada en 1544 a la entrada). Al parecer, gastó en obras por encima de las posibilidades, llegando a reducir tanto el presupuesto de alimentación que algunos monjes habrían muerto a causa de esas privaciones obligadas, y el abad estuvo por ello en prisión. En el exterior del monasterio, a ambos lados de la puerta, bajo sendos grupos de escudos heráldicos, se puede leer: "ILLVSTRISSIMI.D.FERNINADI AB ARAGONIA ARCHIEPI CAESARAVGVSTANI VIVETIS AETERNAE MEMORIAE HOC MONVUMENTVM PERPETVO POSITVM ESTO" y "D.LVPVS MARCO ABBAS HAEC MOENIA A FVNDAMENTIS CONSRVI FECIT SVB CAROLO.V.RO.IMP.PAVLO.III.PONT.MAX.ANNO A CHRISTONATO.1544"

Y, además de los datos, nos ofreció un par de perlas del lenguaje:
- habló un par de veces de unas "oberturas", refiriéndose a agujeros con función de chimenea en el techo de la cocina. Espero que no busque aberturas al inicio de óperas y sinfonías.
- y, en otro lugar, nos dijo que "el techo del dormitorio se quemó, no se sabe si fortuita o accidentalmente". No es por accidente que yo lo recuerde, sino porque tenía la libreta a punto.

Pasada la una salimos del monasterio y fuimos a comer al restaurante Mari Carmen de Matalebreras (el que está junto a la gasolinera). De primero tomamos garbanzos, sopa de fideos y sopa de ajo, que encontré buena. De segundo, picadillo de cerdo, manitas de cerdo y morcilla, también todo bueno. De postre, natillas y cuajada, y para beber agua, tinto y gaseosa. En cuanto vi que traían el "Monteviejo Restauración" supe que no habría ningún problema con la bebida, y así fue: entre los cuatro no pudimos beber más allá de los dos tercios de una botella de tres cuartos de litro. La gaseosa, naturalmente, se agotó.

Repostamos también gasoil y tomamos el cruce que lleva a San Pedro Manrique. Vimos de lejos la torre defensiva de Trébago, y, al ver de refilón el castillo de Magaña, di la vuelta y entramos al pueblo. En www.castillosdesoria.com/magana.htm puedes ver fotografías antiguas del castillo. En un rincón del frontón, tirado en un charco de sangre, había un cérvido. Otro estaba dentro de un remolque, y a poca distancia había también un jabalí. La docena de cazadores que asaban carne cerca de allí resultaba particularmente visible, ataviados de camuflaje como paramilitares.

Seguimos camino y la siguiente parada fue en el yacimiento de icnitas (huellas fósiles, en este caso de pterosaurio) de Valdelavilla, pero con aquel frío no se veía nada. Hicimos otra parada en Matasejún, pero desistimos de las icnitas porque el camino hasta el yacimiento estaba muy embarrado. Después nos desviamos de la carretera para llegar por una pista a Sarnago. Vimos, sin entrar en el pueblo, que había muchas casas en ruinas. Pasamos por San Pedro Manrique sin detenernos y a las cinco y media estábamos en Yanguas, donde vimos el castillo, las puertas de la ciudad, sus calles y el frío que hacía. Una hora después habíamos llegado al yacimiento de pisadas de dinosaurio de Munilla. Las vimos rápidamente y bajamos a tomar algo en el casino del pueblo, que está dotado de calefacción. La siguiente parada fue más larga, en las aguas termales de Arnedillo, que la mitad de los viajeros se quedó sin disfrutar por problemas de salud y de previsión. Terminamos el baño cuando empezaba a llover, y durante el viaje de vuelta, lluvia y viento arreciaron de tal forma que no quedó rastro en el coche de las salpicaduras de barro de la víspera. Llegamos a Pamplona cerca de las once porque conduje sensiblemente más despacio debido al mal tiempo.

El sábado caminamos 10 km. y el coche anduvo 416. El domingo apenas anduvimos, pero el coche hizo otros 430 km.

P.D.: la experiencia con la nueva pasajera resultó positiva, supongo que repetiremos. En su momento tuve que contarle por encima el plan, y aproveché para recordarlo a los otros pasajeros habituales. Así pues, con fecha 19 de enero, les envié este mensaje. No es tan exhaustivo ni tan importante como la Constitución Europea, pero tiene la ventaja de no ser tan largo.

Hola,

recién empezado el año me he reunido conmigo mismo y entre todos hemos redactado este breve corpus normativo que entra en vigor en este preciso instante. Y para que lo conzcas y lo acates sin rechistar, ahí va. Espero que nos veamos pronto.
- el 6 de febrero ya lo tengo ocupado.
- podré cancelar o declarar "día sin excursión" cualquier sábado, domingo o día laborable por razones de salud, agenda, conveniencia o cualquier otro motivo, incluyendo participar como pasajero, guía o en solitario en otras actividades
- hay varios pasajeros habituales, aunque hasta ahora no se han presentado problemas de "overbooking". En ese caso, quizás hubiera que pensar en dos coches, y para evitar problemas de última hora prefiero saber si me acompaña alguien preferiblemente en la primera mitad de la semana. - mi coche tiene cuatro cinturones de seguridad. Prefiero llevar tres pasajeros, aunque excepcionalmente podrían ser cuatro. En ese caso (no sé cómo está ahora la normativa de tráfico) me desentendería totalmente de una posible multa para el quinto pasajero sin atar. En cualquier caso, en miles de kilómetros no hemos sido objeto de revisión. En trayectos largos, que casi siempre tienden a serlo, tres adultos atrás van prietos (y si en vez de adultos va algún niño, entonces yo voy tenso)
- Y, finalmente: quedan prohibidos los motines a bordo. Admito mal quejas y lamentos. Ningún restaurante me pasa comisión, por lo que las críticas acerca del menú no pueden venir contra mí. Trato de conducir sin brusquedad, pero los baches y las curvas no los pongo yo; si alguien vomita deberá asumir la limpieza de alfombras y tapicerías (entendiendo que, avisado con antelación razonable, intentaré parar en el arcén para evitar ese desenlace extremo). Es conveniente llevar el equipamiento necesario, para lluvia o sol intenso, para frío y para baño, calzado cómodo y buena presencia de ánimo. Aunque pongo especial celo en ello, es posible que alguna vez se pase la hora de la comida (hasta ahora no ha sucedido). Se puede aportar algún CD para escuchar durante el viaje, pero me arrogo el derecho de veto, incluso la facultad arbitral si hay desacuerdo entre los pasajeros. La planificación o improvisiación cultural, recreativa, paisajística o gastronómica no tiene por qué dar resultados al gusto de todos (ni siquiera al mío), y sobre este extremo sólo se admitirán los comentarios favorables. La puntualidad es un adorno que no cuesta dinero; intento ser puntual y podrá llegar el caso en que algún pasajero impuntual se quede en tierra, como escarmiento ejemplarizante. En caso de pinchazo, avería, accidente o cualquier imprevisto de la índole que sea se espera una conducta participativa por parte de los pasajeros. Quedan expresamente prohibidas todo tipo de conductas que interfieran, estorben o molesten al conductor, incluidas las frases del tipo "No corras tanto", "Corre más", "Adelanta", "No adelantes", "Ten cuidado", "Aparca ahí", etc.
- Disposición adicional: sobre lo no contemplado arriba obraré y decidiré según mi criterio y voluntad.
La participación en esta actividad implica la aceptación de estas normas y de las que me pueda inventar sobre la marcha. En caso de duda, acúdase al refranero: "Donde manda el amo se ata el burro, aunque se ahorque".

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