DOMINGUERO

Viajes de fin de semana con origen en Pamplona

26.1.05

04/2005-Una de romanos

Este fin de semana empezó el viernes, con el sexto concierto de abono de la Orquesta Pablo Sarasate en Baluarte. La primera parte resultó muy poco musical: se escenificó la entrega a la orquesta de la medalla de oro de la ciudad de Pamplona, importantísimo galardón que sólo se había concedido anteriormente en siete ocasiones. Salió a escena la orquesta. A la izquierda (a su derecha) se situó un maestro de ceremonias, y se alinearon los concejales que representaban a los grupos municipales, y en la posición más próxima al atril, la alcaldesa. Al otro lado, en el bando receptor, estaban tres representantes de la orquesta. El director me resultó reconocible. La alcaldesa improvisó unas palabras, que fueron respondidas por un discurso leído por la presidenta de la Fundación Pablo Sarasate. Los fotógrafos llenaron el acto de destellos, y aquella tormenta de palabras y flashes consumió algo más de veinte minutos que, en las incómodas butacas de nuestro auditorio, no son tontería. Luego todos se retiraron, y después los músicos volvieron a ocupar sus puestos, llegó nuevamente el director e interpretaron la "Pavana para una infanta difunta", de Maurice Ravel.

Esto de la música en directo resulta un poco caro: unas veces toca soportar música contemporánea, otras veces se escuchan obras demasiado conocidas, y de normal una obra no se aprecia en toda su belleza en la primera audición. Pero se asemeja por otro lado al menú de degustación en un restaurante lujoso: en éste te presentan platos variados y muy elaborados que te aportan nuevas sensaciones, y en los conciertos se conocen nuevas obras o nuevos autores y se descubren detalles y matices en las obras conocidas. Terminado el acto protocolario (por mí, que el próximo galardón llegue por correo certificado, y, si alguien tiene interés, que acuda a la apertura solemne del paquete postal en el césped de la ciudadela.
Considero que mi tiempo no es menos valioso que el de los políticos locales y pago por la música; si quieren salir en la foto rodeados de gente, que contraten extras y los paguen de su bolsillo), disfruté del concierto.

La "Pavana para una infanta difunta", decía. Es otra obra que está presa en un disco de vinilo, confinado en el trastero, y que recordaba más bien con indiferencia. En directo la encontré muy bella. Luego vino el concierto para piano y orquesta nº 2 de Prokofiev, que no conocía. El pianista, Nelson Goerner (1969), era un tipo menudo y calvo, parecía que no tenía media bofetada. Pero, ¡qué forma de tocar!... ¡pese a su aspecto enclenque no lo cambiaría por mil guerreros!. A fuerza de aplausos le hicimos salir a saludar tres o cuatro veces, y nos lo pagó con creces interpretando un bis. No soy capaz de una crítica más precisa, sólo me atrevo a decir que tocó maravillosamente. Tras el descanso pudimos escuchar "Cuadros de una exposición", de Mussorgsky. También había pasado bastante tiempo desde mi última audición de esta obra, pero la fui reconociendo a medida que sonaba. Una grabación escuchada en casa tiene muy poco que ver con el sonido intenso, vibrante y lleno de colorido de la orquestación de Ravel y la interpretación de nuestra orquesta. Tras aplaudir un buen rato con ganas salí al frío de la noche y poco faltó para que perdiera el último autobús. Y pronto llegó la mañana del sábado.

Salimos hacia las 8:30 y almorzamos en Calahorra (cafetería "Costa Blanca" en la plaza del Raso, gran variedad de pinchos a hora temprana). Fuimos a buscar una caminata por las proximidades de Yanguas pero nos detuvimos un poco antes, a la salida de Enciso. Hay por allí una carretera de nuevo trazado, cerrada al tráfico, que discurre por encima de la actual. La carretera vieja tiene el firme en bastante mal estado, es estrecha, le falta pintura y sigue las curvas del estrecho fondo del valle por donde fluye un recién nacido Cidacos, el mismo que luego pasa por Arnedo y desemboca en el Ebro cerca de Calahorra. Como en esa zona estaba previsto el embalse de Enciso, se comenzó una carretera más arriba que, vista desde abajo, parecía una autovía. El embalse no se ha iniciado y la carretera, lista para usar, está cerrada por sólidas barricadas. Echamos a andar a las once, y poco después de las doce encontramos un desvío que empalmaba con la carretera vieja. Seguimos por el trazado original para encontrarnos con que enseguida la carretera se estrellaba contra el monte: ahí terminaba de momento la obra.

Regresamos al coche con sólo dos horas y media de caminata y quisimos probar suerte con la comida en Yanguas. De visitas anteriores sabía que hay una casa rural entre la iglesia y el castillo. Como teníamos tiempo podríamos probar allí y, si algo no iba bien, comer en cualquier otro restaurante conocido de los alrededores. Entramos y nos quedamos en "El rimero de la Quintina" (www.soriactiva.com/reservas/quintina2.htm) donde, aunque no esperaban a nadie, nos trataron bien. Es posible que vuelva allí, pero eso será cuando haga calor. Entramos de la calle, descendimos un piso y nos encontramos en una estancia amplia, bar y restaurante al mismo tiempo, con salida a un jardín. Un individuo maduro sobre un taburete aportaba toda la recaudación del final de la mañana. Nos acomodaron en la mesa más próxima al hogar y a las ventanas pero tanto daba una como otra, ya que el fuego llevaba muchos días apagado y el local estaba frío, muy frío para el siglo XXI. Aunque no había menú, la carta tenía precios muy ajustados y de los platos disponibles pedimos sopa de ajo con setas y pochas con chorizo, y de segundo lomo adobado, acompañado de patatas fritas y pimientos. La comida estaba buena. Entre plato y plato observé la actividad que se traía la pequeña de la casa: intentaba coger en brazos un gato, que prudentemente trataba de mantener las distancias. Entonces se dirigía hacia otro, que también se apartaba. Cuando insistía mucho, atravesaban el jardín y de un salto se ponían a salvo en un tejado, al estilo de los banderilleros en el burladero, y pasado el peligro volvían a bajar. Hay que decir que Violeta, a sus cinco años, no representaba un gran peligro para unos gatos adultos, y ellos parecían opinar lo mismo, de modo que una y otra vez volvían a ponerse a su alcance, pero sin terminar de dejarse atrapar. Habíamos pedido tinto y gaseosa, pero ahí tuvimos sorpresa. No llegamos a abrir la Casera de litro porque el vino estaba francamente bueno. Anoté "Flor de Baco", de Bodegas Forcada S.L. (Rincón de Olivedo), acogido a la D.O. Rioja. Yo quería postre, y de postre había fruta. Me tuve que apañar con dos mandarinas. Tomamos café y pedimos la cuenta. Como no necesitábamos factura, la cuenta manuscrita decía:
1 pochas c. chorizo 1 sopa de ajo c. setas 6'02
2 de lomo adobado 12'02
vino + 2 cafés + 1 postre 7'50
lo que sumaba 25?54. En el reverso aparecía impreso: "ELECCIONES A CORTES GENERALES 2004 - DIPUTADOS - SORIA - Doy mi voto a la candidatura presentada por..."

El resto de los comensales habían sido la pequeña Violeta y sus padres, que se ocupaban respectivamente de la barra y del comedor. Ellos debían de estar hechos al frío, pero yo anduve cerca de quedar destemplado. Nos abrigamos y salimos a ver algunos de los atractivos detallados en el díptico que la Junta de Castilla y León dedica al pueblo: Puerta del Río (S. XIII), iglesia de Santa María (S. XVI-XVIII), torre de San Miguel (S. XII, quizás anterior, recuerda al románico catalán), castillo (S. XIII, habitado hasta el S. XVII), y calles y casas con evocaciones medievales. Ayudados por lo despejado y luminoso del día, reparamos en un pueblo en ruinas, La Mata, y lo encontramos siguiendo la carretera que acaba en Diustes y saliendo a un camino de tierra en la primera ocasión. Regresamos luego a la carretera y llegamos hasta Diustes. En la fuente, una chapa esmaltada de muy buena calidad (un siglo de intemperie y de puntería para muchas generaciones de chicos no la han vuelto del todo ilegible) viene a decir que "-O--TRUI-- Á EXPE-SAS D- D. LUIS Y D. -ICA--- -LFAR- -UNILLA NATU-- -TE -- -907" Completando las letras que faltan me sale "CONSTRUIDO Á EXPENSAS DE D. LUIS Y D. RICARDO ALFARO MUNILLA NATURALES DE ESTE PUEBLO 1907", y la placa fue realizada por el taller de J. Candial. El edificio con aspecto de escuela luce un mármol perfectamente conservado que anuncia: "SE EDIFICÓ AÑO 1892 Á ESPENSAS DE D. PEDRO ALFARO Y RUIZ NATURAL DE ESTE PUEBLO". Entre ambas placas cambió la ortografía o cambió el escribiente. La iglesia está en bastante mal estado, pero una reja delante de la puerta de madera indica que alguien se ha preocupado de ella cuando amenazaba ruina. En el arco de la puerta, entre un cemento reciente, todavía se pueden leer algunas letras negras: "PRIM- - -R- - - P- -SENTE", como en todas las iglesias de las que no se ha borrado ese recuerdo del 36. De regreso paramos junto a Camporredondo. A las afueras hay una pequeñísima ermita que justo tiene espacio para sus dos puertas gemelas. Una está abierta y la ermita se puede dar por perdida. En Vellosillo, deshabitado y en ruinas, una máquina anclada al suelo se resiste, aunque de la caseta que la protegía queda ya poco. Mirándola con detenimiento se observa una biela, las levas y los muelles de las válvulas, un volante de inercia y el lugar donde iría una banda de cuero para transmitir el movimiento a una trilladora o algún otro avanzado ingenio de hace tiempo. Yo esto lo conozco sólo de oídas, pero he visto alguna de estas máquinas varadas en el tiempo, abandonadas en algún campo, allá donde el desuso les llegó irremediablemente. Si todavía estás lejos de la edad de jubilación no habrás visto estos artilugios de madera y hierro, pero tienes sus fotos en members.fortunecity.es/santibanezdelaisla/aperos/aperos.htm.
La mayor parte del tejado de la iglesia se mantiene, pero ya se ve el cielo desde su interior.

El ocaso puso fin a la parada y regresamos a Yanguas, pasamos por Enciso y paramos en Arnedillo a tomar las aguas. Y después de casi dos horas de baño regresamos a Pamplona. Recorrimos 233 km. según el cuentakilómetros del coche, y fueron menos de 15 para las piernas.

Para el domingo sólo Maribel se había decidido a acompañarme. Habíamos hablado de ver los tapices de Oncala, y propuse empezar por el Museo Numantino de Soria. Había una previsión meteorológica alarmante, de fuertes nevadas a lo largo del día, pero en el alto del puerto de El Madero disfrutamos de una vista preciosa del Moncayo, con la cumbre espolvoreada de nieve y recortado contra un cielo azul.

Poco después de las diez y media entrábamos en la concatedral de San Pedro, que no pudimos visitar en el viaje anterior, y la vimos con poca luz. Luego aparcamos frente al museo numantino e insistí en almorzar sin dilación. Entramos en un local llamado "Collado 58" que, como su nombre indica, está en el número 58 de la calle el Collado. Tienen una oferta de almuerzo que por 2'15 incluye café o infusión, pincho y zumo de naranja, Yo me ceñí al clásico pincho de tortilla, pero Maribel escuchó la llamada de unos torreznos recientes (y al final yo probé una esquina). Esto tuvo luego graves consecuencias que se detallarán cuando lleguemos a la hora de la comida.

Con los cuerpos en orden nos dirigimos al museo y recorrimos casi en soledad los tres pisos. Contemplamos una amplia muestra de cerámica, monedas, armas, adornos y otros utensilios celtíberos y romanos. Hay también una sala dedicada a la prehistoria y se llega hasta después de la edad media. En algunos paneles se mostraban las excavaciones en Tiermes, y a la salida pregunté por dónde quedaba. Eran unos 100 km. tomando dirección Valladolid, y como era la una menos diez fuimos a ampliar el objetivo del viaje.

Pero al pasar cerca de El Burgo de Osma decidimos parar a comer: a Maribel le habían recomendado una comida basada en matanza que servían en un restaurante muy conocido, pero cuyo nombre ignorábamos. Paramos, vimos en la calle Mayor un par de menús con bastante cerdo y seguimos paseando. Y, de repente, el cartel: "RESTAURANTE VIRREY PALAFOX - La Catedral del buen comer - XXXI JORNADAS RITOGASTRONÓMICAS DE LA MATANZA 2005 - Fiestas declaradas de interés turístico - 3º y 4º fin de semana de enero, fines de semana de febrero y 1º - 2º y 3º de marzo. Información y reservas: Teléfono 957 341 311 - Fax: 975 340 855 E-mail: hotel@virreypalafox.com - www.virreypalafox.com" Todavía no eran las dos menos cuarto y una llamada nos provocó algunas dudas: todavía quedaba sitio para dos, pero el precio de la comida era 36 euros. Envalentonados por frases como "Un día es un día" o "Sólo se engorda una vez (y no se adelgaza casi ninguna)" nos dirigimos al restaurante y para las dos y cinco estábamos sentados en un gran comedor casi vacío.

Cuando dijimos que íbamos por aquello de la matanza nos retiraron las servilletas y nos trajeron unos grandes baberos, que podríamos conservar como recuerdo. El menú era muy largo, y no quedaba muy claro si eran o no platos a elegir. Pero eso tendría que ser, porque otra cosa no parecía posible. Juzga por ti mismo:

-Entrantes
Jamón ibérico, lomo ibérico
Torreznos del alma, costillas en aceite, chorizo frito, morcilla de arroz
Manitas guisadas, lengua empiñonada, rabos estofados, mollejas con setas, pastel de sesos y endivias
Ensalada de oreja, revuelto

-A elegir
Entonantes: alubias pintas del Burgo o caldo de parturienta

-Digestivo
Sorbete al cava

-Terceros
Cochinillo asado, jamón asado con pasas, jarrete con verdura y lomo escabechado

-Postres
Dulce tradicional, dulce clásico, helado, o "la reina de la fruta" ¡naranja! que actúa de antioxidante

-Licores
Destilados helados

-Vinos
Ribera del Duero "Alidis"

-Agua mineral

-Cerveza si le apetece...


Sin preguntar más trajeron el vino y agua mineral. De ese ALIDIS coincidimos en decir que estaba muy, muy bueno (visitada la página www.mambrilla.com, me falta conocer la bodega y regresar con un par de cajas). Y enseguida hubo que maniobrar con la vajilla para acomodar los nueve platillos que trajeron, conteniendo diez productos del cerdo o recetas donde interviene. Se advierte en la cartulina del menú: "Posibles variaciones del menú.- Se trata de un menú tipo o menú base. La continua labor de experimentación, investigación e innovación que sobre el cerdo y los productos derivados de éste lleva a cabo el equipo del Restaurante Virrey Palafox, nos permite ofrecerles una serie casi inagotable de recetas en las que el cerdo es el protagonista. Pensando también en aquellas personas que nos visitan en dos o más ocasiones a lo largo de las jornadas es por lo que incluimos platos nuevos que sustituyen a los de este menú tipo, sin que por ello se altere ni el precio ni la calidad del mismo." Y mientras iban llegando los platos, el camarero nos advirtió que, si queríamos, podíamos repetir. Había cosas que no conocíamos, otras cotidianas como el chorizo, pero todo estaba exquisito. Sería muy prolijo comentar todo, bastante me estoy alargando sólo con la enumeración. Mientras retiraban esa primera tanda de platos recogieron también un comentario en voz baja sobre si se podría repetir el vino, que ya para entonces estaba agotado, y sin decir nada trajeron otra botella y la descorcharon. Hacía ya rato que el comedor estaba completo. En la segunda tanda vinieron cuatro platillos, entre los que reconocí las manitas guisadas, la lengua empiñonada, y los rabos estofados. Los cuatro estaban también deliciosos. Del sorbete, por encima del buen sabor, destacaría el punto de temperatura al que lo sirvieron, con minúsculos cristalitos de hielo que se rompían sin esfuerzo al masticarlos y añadían una sensación táctil a su degustación. Las alubias estaban igualmente buenas y lo mismo oí del caldo de parturienta. Los cuatro terceros platos mantenían el nivel, pero ésos no los pudimos terminar. Tampoco terminamos el postre que nos trajeron: una bandeja con nueve pares de pastelitos. Llegaron después un par de chupitos, orujo de hierbas y un pacharán color ámbar y muy buen sabor (no me gusta el pacharán, pero podría aficionarme a ése). Tras los cafés pedimos la cuenta y el hecho de que no encerrara sorpresas me sorprendió agradablemente: el precio anunciado se mantenía, incluyendo pan, bebida, café e impuestos. Total, 71'99. Para entonces eran las cinco y veinte (tres horas y cuarto comiendo, más que en una boda) y nos dimos un amplio paseo por la ciudad, intentando bajar un poco la comida y distanciar el vino de la carretera. ¡Qué lástima, haber dejado más de media botella! Espero que no fuera por el desagüe...

Junto al restaurante vimos la antigua Universidad Santa Catalina, de estilo renacentista. Volvimos a pasar por la plaza consistorial y la calle mayor, visitamos la catedral con la luz del atardecer, las murallas (han desmontado un puente, espero que no les sobren piezas a la hora de volverlo a montar), y oculto ya el sol fuimos hacia el coche. Al llegar a Soria buscamos la carretera de Logroño, que abandonamos al poco en dirección a Enciso. Y repetí el camino y la actividad del sábado: parada y baño en Arnedillo, llegada a Pamplona hacia las once. Para el coche fueron 345 km., pero los poco más de 6 que anduvimos a pie no bastan ni de lejos para consumir el exceso de grasas de aquella comida.

Tras ver la cerámica romana por la mañana y empacharnos como patricios a mediodía, por la tarde nos relajábamos y ayudábamos a la digestión en la terma... no está mal disfrutar de vez en cuando de una jornada romana.