DOMINGUERO

Viajes de fin de semana con origen en Pamplona

21.3.05

11/2005-Cenzano y Burgos

Viernes 11

Hoy era el noveno concierto de abono de la orquesta Pablo Sarasate. Dedicado a Tchaikovsky, en la primera parte hemos escuchado el Concierto para violín y orquesta en Re mayor, Op. 35, que he reconocido desde los primeros compases, y en la segunda parte la Sinfonía nº 5 en Mi menor, Op. 64, que no tenía nada que ver con la que escuché mientras conducía el domingo. En el programa de mano ponía "Poseedor de una técnica imponente, espontaneidad y amplitud, capaz tanto de los matices más delicados como apasionados", copiado del Washington Post y referido al violinista Vadim Gluzman. Yo, con mucho menos criterio, sólo puedo decir que me ha encantado y que he disfrutado mucho de la interpretación. Y si el violinista es excelente, el violín no se queda atrás: es un Stradivarius de 1690.http://www.vadimgluzman.com/
Un poco antes del concierto he pasado por una tienda de discos buscando la ópera Rinaldo de Haendel. No estaba, pero he encontrado en una serie económica Opera arias for mezzo soprano, donde aparece el aria Lascia ch'io pianga mia cruda sorte, recomendada por alguien que me lee. Nunca se lo agradeceré lo suficiente. También he encontrado las Variaciones Goldberg, de Bach, de las que he leído grandes elogios. Y me he llevado también Guía de orquesta para jóvenes, de Benjamin Britten, que escuché en la escuela hace unos treinta años, todavía recuerdo la melodía, y no he vuelto a oír. Pronto le quitaré el celofán.

Sábado 12

Salimos a las 8:40, paramos a almorzar en Las Cañas, a la entrada de Logroño, y a pocos kilómetros, en la carretera que une Ribafrecha con Ventas Blancas, tomamos la pista que lleva a Cenzano. Tras casi 10 km. de pista con buen firme (en algunos puntos había barro y en otros quedaba hielo) llegamos al pueblo, al que parece que llegó el abandono total y que ahora experimenta una fiebre rehabilitadora como no he visto en ninguna otra parte.
Echamos a andar a las once y diez. Seguimos a pie por la pista y, enseguida nos desviamos a la izquierda, por una pista que va directa al collado. De seguir derechos nos presentaríamos en Villanueva de San Prudencio, según nos dijeron unos ciclistas que encontramos arriba. Desde el collado tomamos hacia la izquierda y estuvimos caminando hasta que se agotó el tiempo: con hora y media en cada dirección podríamos entrar a tiempo en algún restaurante. Desde los 1090 m. de Cenzano subimos hasta 1220 y bajamos hasta 1030. Total, 320 m. de desnivel, unos 10 km. de distancia y casi tres horas de actividad. Desde el punto en que nos dimos la vuelta se veían en el valle algunas casas de Soto en Cameros y, arriba, Trevijano en medio de la nieve.
Comimos a la entrada de Agoncillo, en el restaurante Chusmi: arroz y guisantes, lenguado y rodaballo, flan y macedonia, por 11 euros cada uno, incluyendo café. A las 16:15 estábamos en Alcanadre. Desde el pueblo se aprecia, junto a la vía del tren, una curiosa formación de estratos de tonos amarillentos, grisáceos y rojizos, con pliegues, de interés geológico y estético. Más cerca del pueblo quedan, bastante deterioradas, lo que fueron viviendas troglodíticas, habitadas hasta bien avanzado el S. XX. Se podrían extrapolar los datos que aporta el ayuntamiento de Arguedas (www.arguedas.es/anecdo.htm), donde parte de la población excavó cuevas y se estableció en el monte a finales del S. XIX (52 viviendas en Arguedas, 138 en Valtierra y 4 en Tudela) y las abandonó en los años 50 y 60 de nuestro pasado siglo. No hace falta ser experto en heráldica para apreciar que algo chirría hoy en el escudo de Alcanadre: la mitad izquierda está ocupada por cinco cabezas cortadas, cuyas barbas y turbantes no dejan margen de error. Las flores de lis de la derecha parecen a simple vista más asépticas, quién sabe si también encerrarán alguna ofensa...
De Alcanadre fuimos a Lodosa, por donde había pasado alguna vez, pero nunca paseado. La iglesia también estaba abierta, decorados los bancos con ramilletes de flores, y el interior bien iluminado por el sol de la tarde. Alguien probaba la megafonía. Estaba haciendo fotos de las bóvedas isabelinas, del retablo barroco y del órgano neoclásico, cuando oí desde detrás:
- Buenas tardes. ¿Se puede saber quién es el caballero?
Supuse que quien preguntaba era el cura: un momento antes se ocupaba del micrófono, vestía con sencillez y en su jersey de lana llevaba una insignia con una cruz de Santiago de color rojo. Respondí que, si por "el caballero" se refería a mí, no era más que un turista aficionado al arte. Cuando supo que las fotos eran para uso personal, no profesional, me dejó seguir.
Luego fuimos a Sartaguda, donde no habíamos estado. Tiene algunas cosas nuevas (un esbelto puente de 23 años, una feísima iglesia de algún año más y un edificio dotacional más moderno y más feo) y otras antiguas (una central eléctrica de tres turbinas, una iglesia neoclásica empezada en sillares de arenisca y terminada en ladrillo, hoy dominio de las cigüeñas), y en el mismo término, al otro lado del Ebro, hay un torreón fortificado, con restos de una capilla y un pequeño perímetro amurallado. El interior es una ruina reciente, donde queda una chimenea, se puede ver la distribución interior, los distintos pisos y dependencias, pero tan deteriorado que cualquier reparación pasaría por terminar de destruir y desescombrar el interior. Arriba, el perímetro de matacanes ya no sirve; un tejado a dos aguas de época más reciente ya no ofrece el antiguo carácter defensivo.
Finalmente, hacia las siete estábamos en Arnedillo, donde empezamos un baño estresante, con ambiente de vaso de chapoteo, que terminó siendo relajante cuando desaparecieron los niños y los adultos más ruidosos. Volvimos a coincidir con Asun y Pedro.
Las distancias del día fueron 399 km. de coche, 14 km. a pie.

Domingo 13

Recogí a Maribel y paramos a almorzar en el Hotel Ciudad de Burgos, en la carretera Madrid-Irún Km. 249, tel. 947 431 041. Luego entramos en la capital para tomar el camino de la Cartuja de Miraflores, donde entrábamos poco antes de las doce. Pese a la hora y lo luminoso del día, el interior estaba bastante oscuro porque las vidrieras estaban veladas por unos paneles opacos. Continuaban los andamios en el interior, aunque se habían desplazado con respecto a la última visita.
Hacia la una menos cuarto iniciábamos la visita guiada de San Pedro de Cardeña. En el primer lugar donde nos detuvimos había placas en las paredes tras las que se guardaban huesos ilustres. En el centro, una sepultura de dos plazas, lucía esta inscripción: "ESTOS CVUERPOS DEL CID Y SV MVGER SE TRASLADARON DE LA CAPILLA MAYOR A ESTA CON FACVLTAD REAL DE NVUESTRO CATHOLICO MONARCA D. PHELIPE V. AÑO 1736". Se visita la iglesia, la sala capitular (que tuvo la bóveda hundida) y otras dependencias menores. El claustro se puede ver desde los cristales de la sala capitular. Luego pasamos por la tienda y adquirimos algunos recuerdos: Maribel miel con jalea real y yo una caja de vino. Antes de las dos menos cuarto ya habíamos explorado el pobre menú del restaurante que hay junto al monasterio. Como no queríamos comer a la carta, decidimos intentar alcanzar a través de las carreteras locales la nacional que une Burgos con Soria. Pese a las continuas consultas al mapa no fuimos capaces de encontrar la salida y aparecimos en Burgos, así que ya nos quedamos a comer en la capital después de haber perdido casi una hora por los pueblos de alrededor. A las tres nos apuntamos en la lista de espera del restaurante Gaona y salimos a dar un breve paseo. Después de comer tomamos la salida de Soria y, de camino, paramos un rato en Salas de los Infantes. Entre los muchos carteles que hacían las calles entretenidas (Semana Santa, Curso de Bailes Latinos, Asociación de Amas de Casa "Doña Sancha", Bulgaria Air -seguía en cirílico, no lo puedo reproducir-, Inspección Técnica de Vehículos Agrícolas Unidad Móvil) me gustó el que anunciaba "Del 2 de marzo al 2 de mayo de 2005 DECIMAS JORNADAS DEL PATO Restaurante Chef Fermin, Av. De Castilla 69, Aranda de Duero, Tel. 947 502 358." En él se detallaban algunos platos:
Caldo de pato con verduras y sus raviois 5'90
Ensalada tibia de mollejas, setas y trufas de verano 9'90
Creppes de pato y castañas con salsa de cítricos 9'30
Medallones de foie-gras relleno con higos, lentejas, boletus y algo más 12'50
El foie caliente al vino especiado con uvas pasas y manzanas (El Capricho del Chico) 13'90
Solomillo de pato con salsa ligera de queso de la Comarca y senderillas 12'60
Codillos confitados caseros con alubias y orejones (Nos lo exigen) 12'50
Pechuga de pato asada a fuego lento, cerezas de mi cosecha y una salsa de Oporto 13'50
Nuestros postres, entre otros, mousse de vino blanco de la Ribera del Duero 3'70

Con nombres tan sugerentes sospecho que no tardaré en ir a conocer alguna especialidad de pato.

Continuamos viaje y, a la altura de Cabrejas del Pinar abandoné la carretera principal para fotografiar la puesta de sol. Seguimos luego hasta Soria, disfrutando de la luz, del poco tráfico en una carretera buena y de las Variaciones Goldberg, de Bach. Eran las ocho menos cuarto cuando estábamos en Soria, y tuvimos que abandonar la idea de dirigirnos hacia Yanguas para parar a tomar un baño en Arnedillo. En su lugar tomamos la carretera más rápida que pasa por Cintruénigo, y llegamos a Pamplona pasadas las diez.
Y, como la semana que siguió tuve actividades diversas, hasta ocho días después no he podido recapacitar acerca del domingo. Muchos detalles han quedado olvidados y el resultado ha sido más corto que de costumbre. Fueron 649 km.