DOMINGUERO

Viajes de fin de semana con origen en Pamplona

23.3.05

12/2005-Accidente y Orbaneja del Castillo

Esta vez dispones de dos versiones, a elegir.

La versión corta de la crónica, para estos amigos ocupados con los que me suelo encontrar y me dicen que la reciben puntualmente pero que no les da tiempo a leerla sería:

Nada que reseñar.
De salud sigo bien,
Gracias por preguntar.

FIN.

Y, si no eres de ésos, puedes seguir leyendo para tener una idea más detallada.

El viernes recogí el coche del taller. El cuentakilómetros se paraba a ratos y me hacía grandes descuentos en las distancias, y eso se resolvió con un trasplante. Los 255.143 km. que marcaba se quedaron en 167.734 que traía el nuevo cuadro, y a esos se añadieron 370 el sábado y 535 más el domingo. Compré el kit GPS de Palm (Zire 72 + Kirrio + ViaMichelin), que me ocupó las primeras horas de la noche en cargar y configurar. Con las primeras horas de uso he comprobado que los botones en pantalla aparecen minúsculos y la letra casi ilegible, y las indicaciones a veces resultan descabelladas. Pero la situación sobre el mapa es muy precisa y la cartografía incluye núcleos de población deshabitados y pistas locales sin asfaltar. Es aceptable, todavía caro para lo que ofrece.

El sábado salimos como de costumbre, probando el funcionamiento del GPS. A la media hora de viaje, tras dejar atrás Unzué y la estación de Carrascal, conocimos a Susana. Tras el cambio de rasante vi bastante polvareda en un punto de la carretera. Un poco más adelante, un coche en el campo, y algo que se movía cerca. Paré en el arcén y retrocedimos a pie. Para entonces ya veía que era un accidente de justo un instante antes, y mientras caminaba iba marcando el 112, y contando al operador de emergencias que en aquel punto había habido una salida de carretera. Tenía miedo de encontrar varios heridos graves. Mientras, la chica ya había subido hasta la carretera, luego se había sentado. Dos o tres coches más se habían detenido y sus ocupantes también se habían bajado a ayudar. Se empeñó en incorporarse, desoyendo los consejos de permanecer sentada en reposo, y yo le pasé el teléfono, con la doctora al otro lado. Le preocupaba el coche, que no era suyo, y comenzó a llorar. Se calmó un poco, todavía sonaba la música, y bajé a apagar la radio. El motor todavía estaba en marcha, saqué la llave y se la entregué. Pronto llegó la policía foral, los otros conductores se marcharon. Ella se dirigía a Calahorra y se encontraba bien, nos ofrecimos a acercarla. Los policías se quedaron cuidando el coche hasta que llegase la grúa, y la ambulancia y los bomberos se retiraron.

Susana tendrá entre veinticinco y treinta años, trabaja para un banco, no bebe y lleva una vida ordenada. Al tener su coche en el taller, había cogido el de su madre. Iba de Pamplona a Calahorra descansada, formal, arreglada... pero con prisa. Al darse cuenta de que iba demasiado rápido, frenó. En la carretera había quedado marcada la frenada, y, sin control sobre el coche, derribó una señal y se salió por el lado derecho de la carretera, bajando por un terraplén. El Ford Escort de ocho años era ya un siniestro total. Ha tenido mucha suerte de salir ilesa, y le deseo que no le queden secuelas. Te puede informar, y lo hace muy bien, desde imposiciones a plazo hasta planes de pensiones y de jubilación; por fortuna sus planes de futuro siguen vigentes. Finalmente llegamos a Calahorra, paramos junto a su portal y nos despedimos.

El accidente, pese a ser incruento, terminó calándonos. Tras dejar a Susana nos acercamos a la cafetería Costa Blanca, que frecuentamos por lo bien que entran sus pinchos a la hora del almuerzo. Toda la plaza y la calle que baja hasta el ayuntamiento estaban engalanadas y llenas de puestos, con los vendedores disfrazados de época. Tenía su gracia aquel anacronismo, especialmente la tienda de General Óptica con su rótulo original cubierto por "GENERAL OPTICUM". El disfraz incluía las cortinas interiores e imágenes de columnas jónicas en la fachada. Salimos de Calahorra hacia las once y cuarto.

Pensamos en dar un paseo más reducido acercándonos con el coche por alguna pista. Tomamos la que sube desde Munilla hacia San Vicente y el parque eólico, luego seguimos y dimos una vuelta a pie por La Santa, que es un pueblo desierto que difícilmente encontrarás en el mapa. No bajamos a visitar Ribalmaguillo ni Monjía, y cuando llegamos a Santa Marina volvimos a pisar asfalto. Ya eran las dos, y estábamos lejos de cualquier restaurante. Hacia las dos y veinte pasábamos por Robres del Castillo, después por Jubera y Ventas Blancas, y desembocamos en Agoncillo, donde repetimos en el restaurante Chusmi: espárragos y guisantes, conejo y bacalao frito, arroz con leche y macedonia, cafés.

Después de comer fuimos a Arnedillo, con intención de llegar a un edificio que podría ser una ermita, que desde la carretera que se acerca se ve en lo alto. De entrada se ve una torre, resto del castillo (S. X), y un puente sobre el río Cidacos que tiene un gran arco de medio punto de mucha altura y mucha anchura apoyado sobre roca viva (S. XVI). Desde la ermita de San Andrés hay un buen mirador sobre el pueblo. Seguimos ascendiendo, superando formaciones rocosas que evocan rostros humanos, y llegamos a otra ermita, un pozo de nieve muy bien conservado (8 metros de profundidad y 4 de diámetro), y finalmente a la ermita mozárabe de Nuestra Señora de Peñalba (S. X, con obras en el XVIII, XIX y años 40 del XX que han resultado muy agresivas). Al bajar, nos dimos un paseo por el pueblo. La iglesia estaba abierta, y tiene unas peculiares columnas de piedra negra que contrastan con la piedra clara de que está hecho el resto del edificio. El órgano es más bien pequeño, pero antiguo y hermoso, con pequeños teclados para manos y pies y un par de mandos que se accionan con las rodillas. Al pie de la escalera que sube al coro hay una figura de monaguillo con hucha que sólo había visto en las tiendas de antigüedades.

El pueblo cuenta también con un lavadero bien conservado (pero sin agua) y un trujal en proceso de restauración. Hacia las siete y media nos pusimos a remojo. Un sujeto de presencia abundante, voz potente y discurso categórico imponía matices a la perfección del lugar. Y del baño, a casa.

El domingo había quedado con Miguel Angel para visitar a Maite y Ramiro. Luego se apuntó Consuelo, todavía quedaba sitio. Para las diez ya estábamos en Pancorbo, y poco después en su casa. Ramiro se montó en el coche y nos fue guiando.

Paramos primero en Cornudilla, que conserva una estructura de madera de olmo que servía para inmovilizar a los bueyes y poder herrarlos. En Hermosilla vimos el exterior de la iglesia románica, con un ábside bien labrado. Almorzamos en Poza de la Sal (Bar Café Orejas, en la plaza). El almuerzo estuvo presidido por el rezongar de la dueña, que se quejaba de todo lo habido y por haber. El pueblo tiene muralla, arquitectura popular, una iglesia de anchura considerable y, sobre la gran roca que lo domina, las ruinas de un castillo del S. XIV que se llegó a utilizar en las guerras carlistas. Fuimos luego a ver la iglesia románica de Moradillo de Sedano y aparecimos a comer en Orbaneja del Castillo. Este último pueblo está situado en un enclave natural muy especial, con unos cañones tallados por el Ebro, y un río lo atraviesa dando saltos en grandes cascadas.

Dos consejos para la comida: asegurarla cuanto antes, porque los restaurantes pueden estar saturados de clientes, y hacerlo en El Risco, tel. 947 57 13 25, que ofrece un menú de 15 euros todo incluido. Las opciones, sin ser demasiadas, están bien. Las cantidades son generosas. El servicio no destaca por su rapidez, pero sí por su simpatía y amabilidad. El comedor es pequeño y una de sus paredes es la roca de la montaña, así que tiende a ser un poco fresco. Salí encantado con la comida: revuelto de morcilla (ligeramente picante, con un poco de cebolla y pimiento rojo, muy poco huevo, un plato grande bien servido, delicioso) y redondo de ternera con salsa de pimienta (¿qué decir? Cuando se acabaron la carne y las patatas fritas me dediqué a untar la salsa), de postre natillas caseras. El vino estaba bien (El Trajinero, embotellado en Ibeas de Juarros), no se merecía la gaseosa con que lo rebajé. Otros platos que pedimos fueron espárragos (casi una lata entera, con mayonesa y lechuga), huevos fritos con jamón y patatas fritas (no todos los huevos con jamón son iguales), escalope con patatas fritas, queso con membrillo.

En el pueblo hay varios establecimientos más: unos de menú más caro, otros sin menú, otros dan platos combinados y bocadillos, pero creo firmemente que acertamos con el restaurante.

Ya era tarde cuando nos levantamos de la mesa, y afrontamos la vuelta. Paramos en Escalada, que tiene una iglesia con una portada románica y restos de policromía, y nos desviamos luego hacia Pesquera de Ebro, que tiene casas blasonadas, fachadas de sillares algún restaurante y bares, y un puente importante sobre un Ebro que todavía no es un gran río. Luego pasamos junto a Cubillo del Butrón y nos detuvimos a buscar el dolmen de Porquera del Butrón. No está bien señalizado, pero lo encontramos. En Valdenoceda vimos la torre de los Velasco (está restaurada pero no se puede ver de cerca) y la iglesia de San Cosme y San Damián, con un edificio adosado donde pone: "INSTRUCCIÓN PRIMARIA. AÑO DE 1854" con buena letra sobre el dintel de la ventana. Y al pasar por Condado tuvimos que esquivar a los peatones, que parecían pastar en el asfalto. Poco después se hizo de noche. Paramos a dejar a Ramiro, nos despedimos de Maite y regresamos a Pamplona.

21.3.05

11/2005-Cenzano y Burgos

Viernes 11

Hoy era el noveno concierto de abono de la orquesta Pablo Sarasate. Dedicado a Tchaikovsky, en la primera parte hemos escuchado el Concierto para violín y orquesta en Re mayor, Op. 35, que he reconocido desde los primeros compases, y en la segunda parte la Sinfonía nº 5 en Mi menor, Op. 64, que no tenía nada que ver con la que escuché mientras conducía el domingo. En el programa de mano ponía "Poseedor de una técnica imponente, espontaneidad y amplitud, capaz tanto de los matices más delicados como apasionados", copiado del Washington Post y referido al violinista Vadim Gluzman. Yo, con mucho menos criterio, sólo puedo decir que me ha encantado y que he disfrutado mucho de la interpretación. Y si el violinista es excelente, el violín no se queda atrás: es un Stradivarius de 1690.http://www.vadimgluzman.com/
Un poco antes del concierto he pasado por una tienda de discos buscando la ópera Rinaldo de Haendel. No estaba, pero he encontrado en una serie económica Opera arias for mezzo soprano, donde aparece el aria Lascia ch'io pianga mia cruda sorte, recomendada por alguien que me lee. Nunca se lo agradeceré lo suficiente. También he encontrado las Variaciones Goldberg, de Bach, de las que he leído grandes elogios. Y me he llevado también Guía de orquesta para jóvenes, de Benjamin Britten, que escuché en la escuela hace unos treinta años, todavía recuerdo la melodía, y no he vuelto a oír. Pronto le quitaré el celofán.

Sábado 12

Salimos a las 8:40, paramos a almorzar en Las Cañas, a la entrada de Logroño, y a pocos kilómetros, en la carretera que une Ribafrecha con Ventas Blancas, tomamos la pista que lleva a Cenzano. Tras casi 10 km. de pista con buen firme (en algunos puntos había barro y en otros quedaba hielo) llegamos al pueblo, al que parece que llegó el abandono total y que ahora experimenta una fiebre rehabilitadora como no he visto en ninguna otra parte.
Echamos a andar a las once y diez. Seguimos a pie por la pista y, enseguida nos desviamos a la izquierda, por una pista que va directa al collado. De seguir derechos nos presentaríamos en Villanueva de San Prudencio, según nos dijeron unos ciclistas que encontramos arriba. Desde el collado tomamos hacia la izquierda y estuvimos caminando hasta que se agotó el tiempo: con hora y media en cada dirección podríamos entrar a tiempo en algún restaurante. Desde los 1090 m. de Cenzano subimos hasta 1220 y bajamos hasta 1030. Total, 320 m. de desnivel, unos 10 km. de distancia y casi tres horas de actividad. Desde el punto en que nos dimos la vuelta se veían en el valle algunas casas de Soto en Cameros y, arriba, Trevijano en medio de la nieve.
Comimos a la entrada de Agoncillo, en el restaurante Chusmi: arroz y guisantes, lenguado y rodaballo, flan y macedonia, por 11 euros cada uno, incluyendo café. A las 16:15 estábamos en Alcanadre. Desde el pueblo se aprecia, junto a la vía del tren, una curiosa formación de estratos de tonos amarillentos, grisáceos y rojizos, con pliegues, de interés geológico y estético. Más cerca del pueblo quedan, bastante deterioradas, lo que fueron viviendas troglodíticas, habitadas hasta bien avanzado el S. XX. Se podrían extrapolar los datos que aporta el ayuntamiento de Arguedas (www.arguedas.es/anecdo.htm), donde parte de la población excavó cuevas y se estableció en el monte a finales del S. XIX (52 viviendas en Arguedas, 138 en Valtierra y 4 en Tudela) y las abandonó en los años 50 y 60 de nuestro pasado siglo. No hace falta ser experto en heráldica para apreciar que algo chirría hoy en el escudo de Alcanadre: la mitad izquierda está ocupada por cinco cabezas cortadas, cuyas barbas y turbantes no dejan margen de error. Las flores de lis de la derecha parecen a simple vista más asépticas, quién sabe si también encerrarán alguna ofensa...
De Alcanadre fuimos a Lodosa, por donde había pasado alguna vez, pero nunca paseado. La iglesia también estaba abierta, decorados los bancos con ramilletes de flores, y el interior bien iluminado por el sol de la tarde. Alguien probaba la megafonía. Estaba haciendo fotos de las bóvedas isabelinas, del retablo barroco y del órgano neoclásico, cuando oí desde detrás:
- Buenas tardes. ¿Se puede saber quién es el caballero?
Supuse que quien preguntaba era el cura: un momento antes se ocupaba del micrófono, vestía con sencillez y en su jersey de lana llevaba una insignia con una cruz de Santiago de color rojo. Respondí que, si por "el caballero" se refería a mí, no era más que un turista aficionado al arte. Cuando supo que las fotos eran para uso personal, no profesional, me dejó seguir.
Luego fuimos a Sartaguda, donde no habíamos estado. Tiene algunas cosas nuevas (un esbelto puente de 23 años, una feísima iglesia de algún año más y un edificio dotacional más moderno y más feo) y otras antiguas (una central eléctrica de tres turbinas, una iglesia neoclásica empezada en sillares de arenisca y terminada en ladrillo, hoy dominio de las cigüeñas), y en el mismo término, al otro lado del Ebro, hay un torreón fortificado, con restos de una capilla y un pequeño perímetro amurallado. El interior es una ruina reciente, donde queda una chimenea, se puede ver la distribución interior, los distintos pisos y dependencias, pero tan deteriorado que cualquier reparación pasaría por terminar de destruir y desescombrar el interior. Arriba, el perímetro de matacanes ya no sirve; un tejado a dos aguas de época más reciente ya no ofrece el antiguo carácter defensivo.
Finalmente, hacia las siete estábamos en Arnedillo, donde empezamos un baño estresante, con ambiente de vaso de chapoteo, que terminó siendo relajante cuando desaparecieron los niños y los adultos más ruidosos. Volvimos a coincidir con Asun y Pedro.
Las distancias del día fueron 399 km. de coche, 14 km. a pie.

Domingo 13

Recogí a Maribel y paramos a almorzar en el Hotel Ciudad de Burgos, en la carretera Madrid-Irún Km. 249, tel. 947 431 041. Luego entramos en la capital para tomar el camino de la Cartuja de Miraflores, donde entrábamos poco antes de las doce. Pese a la hora y lo luminoso del día, el interior estaba bastante oscuro porque las vidrieras estaban veladas por unos paneles opacos. Continuaban los andamios en el interior, aunque se habían desplazado con respecto a la última visita.
Hacia la una menos cuarto iniciábamos la visita guiada de San Pedro de Cardeña. En el primer lugar donde nos detuvimos había placas en las paredes tras las que se guardaban huesos ilustres. En el centro, una sepultura de dos plazas, lucía esta inscripción: "ESTOS CVUERPOS DEL CID Y SV MVGER SE TRASLADARON DE LA CAPILLA MAYOR A ESTA CON FACVLTAD REAL DE NVUESTRO CATHOLICO MONARCA D. PHELIPE V. AÑO 1736". Se visita la iglesia, la sala capitular (que tuvo la bóveda hundida) y otras dependencias menores. El claustro se puede ver desde los cristales de la sala capitular. Luego pasamos por la tienda y adquirimos algunos recuerdos: Maribel miel con jalea real y yo una caja de vino. Antes de las dos menos cuarto ya habíamos explorado el pobre menú del restaurante que hay junto al monasterio. Como no queríamos comer a la carta, decidimos intentar alcanzar a través de las carreteras locales la nacional que une Burgos con Soria. Pese a las continuas consultas al mapa no fuimos capaces de encontrar la salida y aparecimos en Burgos, así que ya nos quedamos a comer en la capital después de haber perdido casi una hora por los pueblos de alrededor. A las tres nos apuntamos en la lista de espera del restaurante Gaona y salimos a dar un breve paseo. Después de comer tomamos la salida de Soria y, de camino, paramos un rato en Salas de los Infantes. Entre los muchos carteles que hacían las calles entretenidas (Semana Santa, Curso de Bailes Latinos, Asociación de Amas de Casa "Doña Sancha", Bulgaria Air -seguía en cirílico, no lo puedo reproducir-, Inspección Técnica de Vehículos Agrícolas Unidad Móvil) me gustó el que anunciaba "Del 2 de marzo al 2 de mayo de 2005 DECIMAS JORNADAS DEL PATO Restaurante Chef Fermin, Av. De Castilla 69, Aranda de Duero, Tel. 947 502 358." En él se detallaban algunos platos:
Caldo de pato con verduras y sus raviois 5'90
Ensalada tibia de mollejas, setas y trufas de verano 9'90
Creppes de pato y castañas con salsa de cítricos 9'30
Medallones de foie-gras relleno con higos, lentejas, boletus y algo más 12'50
El foie caliente al vino especiado con uvas pasas y manzanas (El Capricho del Chico) 13'90
Solomillo de pato con salsa ligera de queso de la Comarca y senderillas 12'60
Codillos confitados caseros con alubias y orejones (Nos lo exigen) 12'50
Pechuga de pato asada a fuego lento, cerezas de mi cosecha y una salsa de Oporto 13'50
Nuestros postres, entre otros, mousse de vino blanco de la Ribera del Duero 3'70

Con nombres tan sugerentes sospecho que no tardaré en ir a conocer alguna especialidad de pato.

Continuamos viaje y, a la altura de Cabrejas del Pinar abandoné la carretera principal para fotografiar la puesta de sol. Seguimos luego hasta Soria, disfrutando de la luz, del poco tráfico en una carretera buena y de las Variaciones Goldberg, de Bach. Eran las ocho menos cuarto cuando estábamos en Soria, y tuvimos que abandonar la idea de dirigirnos hacia Yanguas para parar a tomar un baño en Arnedillo. En su lugar tomamos la carretera más rápida que pasa por Cintruénigo, y llegamos a Pamplona pasadas las diez.
Y, como la semana que siguió tuve actividades diversas, hasta ocho días después no he podido recapacitar acerca del domingo. Muchos detalles han quedado olvidados y el resultado ha sido más corto que de costumbre. Fueron 649 km.

9.3.05

10/2005-Préjano y Calatayud

2 de marzo.

Mal hemos empezado. Hoy miércoles tenía una reunión en el centro. He tomado el autobús urbano, que iba bastante lleno. En la primera parada, un joven que iba sentado se ha bajado. Junto al asiento había dos mujeres, y no se han sentado. Poco después una se ha girado (yo estaba tras ellas, en segunda fila visto desde el asiento) y me ha dicho:

-¿Quiere sentarse?

He sentido un golpe que me ha hecho temblar. Hubiera preferido un pisotón o un codazo en las costillas antes que esas dos palabras, amables, dichas sin mala intención.
Hace ya muchos años que me llevé un susto parecido, la primera vez que un niño preguntó al veinteañero que entonces era yo:

-¿Me puede decir la hora?

Asumí pronto que los niños no siempre atinan calculando la edad de los adultos, y ya me fui acostumbrando a que los muy jóvenes me tratasen de usted. Pero lo de hoy ha sido peor. Venía de una joven que he supuesto cercana a la treintena, por lo menos pasados los veinticinco. He respondido que no, que me iba a bajar en la siguiente parada. Y he seguido cavilando, rumiando sus palabras. Uno o dos minutos después le he preguntado, si no lo soltaba se me iba a pudrir dentro:

-¿Qué, tan mayor parezco?

Se ha azorado un poco. Se ha dado cuenta que esa amabilidad automática ha podido ser interpretada como un insulto grave, ha podido lanzar una ofensa importante. Desde el primer momento he sido consciente de que lo que me ofende es cada uno de los días que pasan, que van dejando una huella imperceptible en nuestro aspecto externo, no el gesto amable de una joven que se va acercando al día en que otro más joven le quiera ceder un asiento. Por ello he contestado a sus disculpas entre sonriente y riendo abiertamente, lo más jovial que he podido, porque suponía el gran apuro que estaría pasando. Por suerte llevaba una buena capa de maquillaje y, si se ha ruborizado, era imposible saberlo.

* * * * *

El viernes 4 había concierto. Salí hacia las diez menos cuarto, y desde las nueve y media me estaban esperando para cenar en el Restaurante Asiático YAMAGUCHI, c/ San Roque 19, tel. 948 199 556. Pedí verdura variada a la plancha (3'50 euros) y solomillo de buey a la plancha (12'50), pero los siete todos fuimos probando de casi todos los platos (había uno llamado bola de arroz con pescado, 22 euros) y los acompañamos de un vino blanco Castillo de Monjardín que luego dio paso a un tinto Ochoa crianza porque, con la calefacción estropeada, el blanco frío no caía demasiado bien. Estábamos animados, en buena armonía, y cuando alguien preguntó su nombre al camarero, nos contestó que Ritchie. Nos explicó que su nombre chino se debía decir con apellido, y que para manejarse por Pamplona no resultaba cómodo. Ante nuestra insistencia, nos dijo que su nombre de pila era Mong, pero que traducido sonaba feo. Eso espoleó nuestra curiosidad aún más, y dijo que significaba flor sin abrir.

- ¡Capullo!, aventuré, y su risa y asentimiento lo confirmaron.

Con postres, cafés y alguna copa, la cuenta alcanzó los 265'35. Salimos, alguien desfiló hacia casa y los demás entramos en Merlín, justo al lado del restaurante. Es un local donde se reúnen colombianos, y además estábamos nosotros. Saludé a un par de conocidos y trabamos conocimiento con otros. Como el sitio no estaba incómodo (el mismo ruido iba a haber en cualquier parte), hacía frío en la calle y habían pasado varias semanas desde la última vez que estuvimos juntos, el tiempo pasó muy deprisa. Pese a que el local no estaba suficientemente ventilado, no consiguieron sacarnos con humo (y eso que muchos fumadores ponían todo su empeño), así que nos despacharon con amabilidad tras encender las luces para cerrar, cuando ya todo el mundo se marchaba. Serían más de las cuatro de la madrugada.

La excursión del sábado había sido previamente retocada para salir a las diez, pero se hizo necesario retrasarla más. Almorzamos en El Mirador, en Barásoain, y seguimos luego hasta Préjano. Allí nos dimos un paseo tratando de subir hacia la sierra, para ver los restos de la explotación minera en desuso, pero no encontramos el camino bueno. Yo dejé mi pulcritud en una pequeña cuesta: había que salvar un desnivel de poco más de un metro, y había dos puntos embarrados entre hierbas donde apoyar el pie. El primero ya estaba afianzado, pero el segundo, con barro, suela gastada, sin bastón y sin plantas donde echar la mano, ya lo veía muy comprometido. Tenía a mano una buena mata de aulaga (genista hispanica L., si miras la foto en www.botanical-onlilne.com/fotosgenistahispanica.htm verás por qué no me servía) que no iba a usar como apoyo y, o subía o bajaba. Di el paso, resbalé y me manché de barro pantalón y anorak. La cámara iba al cuello pero no se golpeó y apenas se manchó. Al segundo intento, con una mano tirando de mí desde arriba, subí. Anduvimos por antiguas terrazas de cultivo, donde hoy prosperan las aulagas, y me llené de arañazos entre los tobillos y las rodillas. Fuimos al pueblo a comer, a La Posada del Laurel, que es un bonito restaurante-casa rural que sirve preferentemente a la carta. Tuvieron que consultar acerca de si había menú (igual que la vez anterior), y de las dos opciones que ofrecieron pedimos como primero alubias y berza. Las alubias hubieron de volver para recalentar porque no llegaban a tibias. De segundo los dos pedimos calamares en su tinta, y también tendían a estar más tibios que calientes, y terminaron fríos. Como postre, arroz con leche y flan. El vino estaba bueno: Viña Valpuesta, de Graciela Valpuesta Zafrilla, 26850 (26850 es el código postal de Arnedo), y el pan estaba crujiente. El precio estaba bien: 18 euros en total. Nos dimos un baño termal de una hora. La ducha de la mañana había servido de poco, y sólo después de una hora de inmersión me desapareció el olor a humo. Para las siete menos diez estábamos en Pamplona, con tiempo suficiente para acudir a un cumpleaños. 273 km.

El domingo me levanté sin despertador, algo más tarde de lo habitual. Volvía a haber predicciones alarmistas, alerta por temporal en varias comunidades... Alerta por temporal suena más solemne, más contundente que una previsión de que puede llover, tal vez nevar y moverse aire, y que cuanto más arriba más nieva. Pero no quiere decir nada más. Éste está siendo el invierno de las alertas, y tengo la sensación de que las lanzan a los medios como para evitar que luego alguien, sorprendido por el mal tiempo en invierno (como es natural que suceda, que siempre ha sido así hasta que el aire acondicionado y la calefacción sofocante nos han invadido), se queje y trate de buscar responsabilidades. Sabido es que "nunca llueve a gusto de todos", y que danzas de la lluvia, conjuros y rogativas, influyen en el tiempo tan poco como los crecepelos en las cabezas brillantes. En fin, que lo normal es que en invierno haga malo (y para eso aprendimos a abrigarnos). Tanta alerta de las autoridades me ha vuelto un poco descreído. Tratando de evitar un bloqueo en las carreteras de Burgos, como el que atrapó a principios de este invierno a varios cientos de conductores, volví a coger la carretera del sur.

A la una menos cuarto estaba haciendo unas fotos de Magallón, y una hora después estaba aparcando en Calatayud. La luz era fuerte, llegaba sin ninguna atenuación, y el cielo era azul intenso. Todos los colores brillaban y estaba perfecto para hacer fotos. Un edificio antiguo se había convertido en el HOTEL HUSA MONASTERIO BENEDICTINO, que ofrecía un menú degustación (Cazuela de Migas San Benito - Tosta de Foie de Pato con Frutos Secos - Dorada al estilo Orio - Chuletas de Ternasco con Pimientos del Piquillo - Postre del Convento - Café - Vino y agua - 25 euros IVA no incluido) al que no entré. Junto a la puerta lucía con orgullo una placa: "Premio Gobierno de Aragón a la rehabilitación de edificios singulares del patrimonio arquitectónico de iniciativa privada 2004".

Pasé por la Puerta de Zaragoza ("Una de las entradas principales al recinto medieval. Reconstruida en el siglo XVII está flanqueada por dos torreones de planta cuadrada" También está a necesidad de alguna obra de consolidación y rehabilitación, eso salta a la vista) y me acerqué -eso sí, sin preguntar- al Mesón La Dolores. Dice la copla: "Si vas a Calatayud / pregunta por la Dolores / que es una chicha muy guapa / y amiga de hacer favores", y hace ya muchos años que estoy advertido de que en Calatayud es mejor no preguntar eso, que años y siglos de impertinencias de visitantes han dejado muy mermada la paciencia de los bilbilitanos. Ahora no sé cómo será; visitando www.ladolores.net se tiene la sensación de que lo asumen como un patrimonio cultural. En perso.wanadoo.es/beica/ también hay información histórica acerca del edificio, que perteneció a don Pedro Ignacio Jordán de Urriés y Palafox, Marqués de Ayerbe, donde hubo posada entre 1838 y 1963. Urriés, Palafox, Ayerbe y 1963 traen evocaciones o significan algo para algunos de nosotros. En La Dolores se come a la carta, pero tiene también un menú de 18'50 + IVA que preferí probar yendo acompañado.

Me dirigí hacia una esbelta torre mudéjar, y me encontré ante la Colegiata de Santa María la Mayor ("Edificio protobarroco, de comienzos del siglo XVII, con tres nave y coro central. Sustituye a otro anterior mudéjar. En el interior, retabo barroco y capillas con yeserías barroco-mudéjares"), que tiene una notabilísima Portada de Santa María ("Renacentista, labrada en 1528 en alabastro de Fuentes de Jiloca por Juan de Talavera y Esteban de Obray. Puertas de madera de la misma época."). Otro detalle monumental que no figurará en ninguna guía es la gasolinera, que conserva dos enormes mapas murales realizados en azulejo: la península ibérica y los alrededores de Calatayud, de casi 30 x 20 azulejos (4?5 x 3 metros) cada uno. Esto va desapareciendo y no se renueva. También tropecé con un cartel muy curioso. Colocado en un poste, con letras bien grandes, decía: "¡AVISO! SE RECOMIENDA NO ESTACIONAR EN ESTA CALLE CON RIESGO DE TORMENTA. EXCMO. AYUNTAMIENTO DE CALATAYUD".

Entretenido por unas cosas y otras, me vi en peligro de no comer. Hacia las tres entré en el Restaurante José María en Paseo Cortes de Aragón, de menú amplio. Elegí canelones gratinados y morcilla a la plancha, melocotón en almíbar, café y agua, y pagué 9'50. No era la primera vez que iba allí, ni será la última. Reemprendí la marcha a las cuatro menos veinte. Terrer (iglesia con torre mudéjar, ensayo en las afueras de cornetas y tambores) y Ateca (dos campanarios mudéjares, a cuál más inclinado) fueron dos breves paradas antes de abordar el objetivo de día: la carretera que une Ateca con Torrelapaja (A-1502) siguiendo el curso del río Manubles, afluente del Jalón, donde se encuentran Moros, Villalengua, Torrijo de la Cañada, Bijuesca y Berdejo.

Fotografié Moros desde la carretera: tiene un frente de casas asomado a un barranco y las ruinas de una torre defensiva. En Villalengua me di la vuelta cuando, al subir con el coche, las calles se iban haciendo más empinadas y estrechas. Me di un paseo por el pueblo, y me sorprendió un montón de frutos de PASSIFLORA que colgaban estropeándose sin que nadie los recogiera. Quedaban también algunas flores marchitas. Torrijo de la Cañada tiene unos restos de castillo en lo alto, dos iglesias, un lavadero cubierto, de aguas cristalinas, en perfecto estado de conservación y uso, un puente con una alta torre y una ladera llena de bodegas. Es un pueblo interesante, donde soplaba un viento helador y, puestos a empeorar las cosas, donde se puso a nevar. Cayeron algunos copos que no llegaron a cuajar ni a mojar nada pero que, amplificados por los avisos de temporal, me llenaron de inquietud. Seguí camino. Bijuesca tiene los restos de un castillo en lo alto de una peña y, a media altura, una iglesia. El nublado, que no la nieve, duraron hasta poco después de Berdejo, que tiene su castillo sobre su peñasco, y una iglesia en otro peñasco de menor altura. Se entra a Soria por el puerto de Bigornia, de 1100 metros, y allí el cielo estaba prácticamente depejado y en los campos se veían algunas pequeñas rayas blancas, donde algo más de nieve se había acumulado en algún momento. Seguí con carretera seca y me desvié hacia Ólvega y Ágreda, donde me detuve a fotografiar el ocaso, y ya desde allí volví derecho a Pamplona. Las obras de Campanas, con cortes alternativos de carretera, provocaron una cola de más de veinte minutos. 495 km.

1.3.05

09/2005-Valverde y Zuera

El sábado nos dimos una caminata por Valverde. Previamente almorzamosen Cintruénigo (Hostal Alhama, como de costumbre, pero esta vez fueronunos bocadillos fríos de anchoas en aceite con pimiento verde que estaban deliciosos), y para las once menos veinte empezamos a andar por una pista a la izquierda como un par de kilómetros después de pasar el pueblo, muy cerca del cartel que señala el límite provincial y autonómico. Fuimos cogiendo los cruces tratando de adivinar cuál llevaría hacia lo alto de unas colinas suaves que nos separaban del siguiente valle, y fuimos acertando. Llegamos hasta un vértice geodésico, que debe ser lo que en el mapa aparece como Muga, 862 m. Se veían varios pueblos, pero hacia el este la vista no era clara. Decidimos ir a buscar la balsa de Monteagudo con el coche después de comer. A las dos menos diez estábamos en el coche, y pocos minutos después estábamos comiendo el menú del Hostal Alhama, del que pedimos como primero paella y berenjena rellena de atún (media berenjenacortada a lo largo, sobre la que había atún y una pasta de relleno, y sobre ella queso rallado, un plato agradable) y de segundo jarrete de cordero relleno, también estaba bueno. De postre, natillas, y para beber Viña Mila, de Bodegas Aguirre, 31370, que podía entrar sin gaseosa. Agotamos la gaseosa y dejamos algo más de un tercio de vino.La tarde debía ser más corta, pero nos dio tiempo de buscar algo. Cerca de Cintruénigo hay una instalación de paneles solares y, tras dar algunas vueltas y preguntar, llegamos hasta ella. Han allanado una extensión de terreno importante, y sobre bases de hormigón están colocados los paneles con un mecanismo giratorio para orientarlos hacia el sol. Desde allí se ven varios grupos de aerogeneradores, así queCintruénigo está bien situado en lo que a energías renovables se refiere. Desde Cintruénigo fuimos a Cascante, dimos algunas vueltas por pistas sin encontrar indicios del embalse, y seguimos hasta Monteagudo y Novallas para volver por Malón y Barillas a Cascante. En Tudela cogimos la N-232 pero, en vez de abandonarla en Castejón, seguimos hasta Calahorra, y ya de allí volvimos a Pamplona. Me costó aparcar y llegué con muy poco margen a la función de teatrodel instituto "Navarro Villoslada". Este año habían montado "Plauto" y el resultado era digno, muy meritorio tratándose de alumnos de 17 años. Luego, cena en casa de Maribel: una tortilla de patata profesional, la ensalada templada con gulas que prepara su marido y cuajada casera. La comida, buena; la compañía, mejor. El invitado impuntual esta vez se superó y no apareció. Con los 366 km. de la jornada el coche llegó a 76692.
El domingo salí solo y tarde, a las diez menos cuarto. El periódicodecía que estábamos en alerta por temporal de frío y nieve, y recomendaba no salir a la carretera salvo en caso de necesidad. Bien, pues yo necesitaba salir para luego contártelo, y disfruté de sol radiante, cielo azul con alguna pequeña nube a lo lejos hasta que se hizo de noche. Sólo a partir de Tafalla el cielo se debió cubrir y empezaron a caer unos minúsculos copos de nieve que no llegaron a cuajar, y así hasta Pamplona.
Primero llegué casi hasta Zaragoza. Quería visitar un convento, laCartuja Aula Dei, que está en la carretera A-123 que une Zaragoza con Zuera por la margen izquierda del río Gállego. En la misma dirección, por la margen derecha, estaba la carretera de Zaragoza a Huesca, que también pasa por Zuera. Esa carretera que conocí hace veinte años, ahora es una autovía a la que asoman multitud de naves de los polígonos industriales de San Juan de Mozarrifar y Villanueva de Gállego. ¿Y cómo he visto esto? Muy fácil, he tomado la carretera que no era.
EnVillanueva de Gállego, después de dar algunas vueltas (y tropezar conun sitio al que no quiero ir ni loco: Residencia y Centro de Día "Lucero del Alba" - ESPECIALIDAD EN ALZAIMER Y DEMENCIA. Supongo que eso será parecido a la enfermedad de Alzheimer...) pregunté a un ciclista que se acercaba a la tercera edad y me dijo que tenía que subir hasta San Mateo de Gállego o bajar hasta Zaragoza, que no había otros puentes, y cruzar. Opté por subir, y a la bajada me detuve en Peñaflor, que tiene una iglesia mudéjar del S. XVI, toda ella en ladrillo. La fachada, neomudéjar, es del XX. A la una menos diez llegué a una puerta en el camino de acceso al monasterio, a unos doscientos metros. Una placa metálica decía: "CARTUJA AULA DEI - LOS MONJES QUEHAN CONSAGRADO SU VIDA A DIOS OS AGRADECERAN QUE RESPETEIS EL SILENCIODE ESTE LUGAR EN EL QUE ORAN Y SE OFRECEN A DIOS POR VOSOTROS". Y una chapa de latón junto al timbre: "HORARIO PORTERIA LABORABLES De 9 a 16H. y de 17 a 19 H." Y como aquello estaba muy claro, hice alguna fotodel perfil del monasterio desde la carretera y pensé en comer. Para ello me dirigí nuevamente aguas arriba, hasta Zuera. Ahí me vi atrapado tras una ambulancia que taponaba la calle frente al club dejubilados. Un buen rato después sacaban a uno en camilla, sin camiseta, y con electrodos pegados en el pecho, consciente. Ya no tenía mucho tiempo que perder, y busqué algún sitio que había visto al entrar alpueblo. En el Hotel Las Galias andan muy listos: tienen un menú del hotel por 22 euros y un menú económico de 12, y en letra muy pequeña pone que sólo en días laborables. Busco los otros: El Cisne parece que lleva tiempo cerrado y Las Parras está en venta. Al pasar por el polígono industrial, un inesperado cartel anuncia un restaurante. Entré y encontré el Bar Restaurante Los Llanos. Pregunté si había menú (era obvio que sí) y me senté sin preguntar el precio, confiado en que nohabría sorpresas. Entre sopa, ensalada, judías verdes, salpicón de marisco o paella elegí el salpicón de marisco, y entre chuletón, calamares a la romana, sepia, merluza a la plancha o lomo pedí la merluza a la plancha. Y agua. El salpicón tenía varios ingredientes fríos (lechuga, gambas, mejillones, pimiento, chaka, aceitunas, cebolletas, mahonesa...) y me llamó la atención la merluza, que venía acompañada del típico limón, y además pimiento verde y setas a laplancha, y perejil seco espolvoreado por encima. Me supo muy buena. Depostre, puding (me pareció flan de sobre con un poco de manzana cocidaen el fondo, pero no estaba malo), y café para terminar. Total, 10'80. Al salir me fijé en los vehículos aparcados en la zona del restaurante: algunos coches, algún todoterreno, una vespino y un tractor, que ponían el acento rural al local.
Salí a la autovía en dirección Huesca y la dejé para visitar Almudévar. Tiene abajo una iglesia comenzada en piedra y acabada en ladrillo. La iniciaron en 1759, y como aprovecharon elementos de una iglesia anterior, tiene a un lado una portada románica (las esculturas de arquivoltas y capiteles están extremadamente deterioradas por el mal dela piedra) tapiada. En la fachada hay una placa, como ocurre prácticamente en todas, pero ésta es especial. Es nueva, ha sustituidoa la anterior y dice: "EN MEMORIA DE TODAS LAS VICTIMAS DE LA GUERRACIVIL ESPAÑOLA 1936-1939". Sobre el texto hay una paloma que lleva una rama de olivo en el pico. Seguí luego por una carretera que discurre junto al Canal de losMonegros, que baja más agua que un río grande. Me gustó el nombre deValsalada, pero el pueblo que encontré era de colonización. Alcalá de Gurrea está en un alto y permite ver a muchos kilómetros en todas direcciones. La torre mudéjar de su iglesia se tuerce e inclina ligeramente en varias direcciones, pero parece gozar de buena salud. Seguí, sin detenerme en Gurrea de Gállego. Las Pedrosas y Sierra deLuna me resultaban familiares, estuve en una ocasión anterior. La radio dió las seis en punto indicando carreteras cortadas y puertos con cadenas, y yo volví a mirar al cielo buscando alguna nube. Después de Erla encontré al segundo intento el castillo de Paules, que vi mencionado en una página web. Decía que había sido reconstruido en los años veinte del siglo veinte, pero es sólo fachada. De frente se ve un muro rematado por almenas, con una torre a un lado y una capilla al otro, pero por detrás hay una casa con tejado a dos aguas, pared revocada con cemento donde se simulan sillares, y unos cobertizos con el tejado parcialmente hundido. Hice unas fotos de la puesta del sol antes de llegar a Ejea, y luego seguí por Sádaba, Carcastillo y todo lo demás. Entrada al garaje a las ocho y media, distancia 519 km., llegando a los 77.212.
Y ahora es el momento de una aclaración. La semana pasada hablaba conironía del mapa que situaba el monasterio de Cambrón en Sádaba. Como ya había encontrado alguna errata en el mapa, pensaba que sería otra más(en el pueblo no vi ninguna referencia al monasterio), pero después lo he encontrado en varias direcciones de internet. Está siguiendo elcurso del río Riguel, aguas abajo del pueblo, y se encuentra en ruinas.Por sus fotografías destaca http://geo.ya.com/sadabaweb/sadaba_indice/sadaba.htm, y tengo también pendiente de localizar la ermita de Puylampa.