DOMINGUERO

Viajes de fin de semana con origen en Pamplona

26.10.04

43/2004-LUMBAGO-Huesca

Lumbago no es esta vez ningún lugar que haya visitado. Es el maldito lumbago el que me ha visitado a mí. El pasado lunes debí haberme sentado mal en la cafetería durante la pausa del café y, al levantarme, advertí que el mal ya estaba hecho: no podía enderezar la espalda del dolor.

El viernes estuvimos seis cenando el menú del Café Iruña y, de las muchas opciones del menú decidimos compartir unos primeros platos variados: pimientos del piquillo, foie, ensalada con gulas, cocktail Iruña, jamón y revuelto de ajos. Mi merluza rellena también estaba muy buena y no oí ninguna queja del resto de los platos. Hubo quienes ya no quisieron postre y creo que los que pedimos canutillos de crema con chocolate acertamos. Terminamos sin dificultad las dos botellas de vino de la casa que incluía el menú, un crianza de Navarra muy correcto, y tras los cafés la cuenta se quedó en 22 euros por cabeza. Parte del éxito de la velada corresponde a Sandra, la camarera que nos atendió y nos orientó cuando hizo falta.

Durante la cena y la sobremesa hablamos de todo un poco en un ambiente relajado y cómodo, y después buscamos un sitio tranquilo para tomar algo: el bar Malkoa. Y de ahí nos retiramos.

El sábado recogí a Luis a las 8:30. El lumbago, sin ser ya un gran dolor, me seguía molestando seriamente y yo no estaba para caminatas. He descubierto que el asiento del coche es mucho mejor que la silla del trabajo o el sofá de casa y por eso mantuve la excursión, aunque sin intención de andar mucho. Propuse aprovechar para visitar el interior de San Pedro el Viejo y de la catedral de Huesca. Fuimos por Jaca y Sabiñánigo y aparqué cerca de la nueva estación intermodal, apartándome de la zona azul, y camino del centro encontramos abierta la basílica de San Lorenzo. Es un gran edificio en ladrillo, de estilo barroco, del que encontrarás reseña y fotos en http://www.cruzblanca.org/sanlorenzo/2/22/.

A las 11:40 ya estábamos en San Pedro el Viejo, pero nos encontramos con que se iba a celebrar una boda a las doce y para entonces deberíamos estar fuera. Optamos por una visita rápida, mejor que nada. Los capiteles del claustro, de gran fama, no estaban bien para fotografiar: unos habían sido reemplazados por copias, parte de ellos recibían un sol directo demasiado fuerte y, sobre todo, no disponíamos de tiempo ni para un vistazo rápido. Tendré que volver una vez más. La iglesia tenía zonas demasiado oscuras, que quedaron para ocasión más sosegada. En la parte positiva estaban los ensayos de la soprano y la organista contratadas para la boda. A punto de dar las doce salimos, atravesamos el grupo de invitados que aguardaban a la novia, y subimos hacia la catedral. Cuando, a los pocos minutos, empezaron a ensayar otra soprano y otra organista, pensé que iba remolcando un cargamento de mala suerte. Afortunadamente la cosa quedó en bautizo y no tuvimos que salir.

Aprovechamos que la oficina de turismo -situada enfrente- estaba abierta para preguntar por el monasterio de Casbas antes de ir a visitarlo. Tras darme los papeles que se referían a él, la encargada de la oficina me dijo que estaba cerrado y no se podía visitar, ahorrándome unos kilómetros y un gran bochorno. Decidimos iniciar el regreso parando a comer en el hotel Villa de Ayerbe, pero nos encontramos con que, por vacaciones del personal de cocina, aquello iba a ser imposible. Su responsable, muy profesional, nos informó de los otros restaurantes de la localidad y no quiso recomendar ninguno por encima de los otros. Leímos el menú de "El rincón del palacio" y seguimos buscando. El del restaurante "Las piscinas" era más pobre y el último, "Floresta", resultó el más satisfactorio:
Primeros: Judías pochas con perdiz - Menestra de verduras - Lasaña de espinacas y atún - Ensalada de queso de cabra y vinagreta de frambuesa - Berenjena rellena de siithake.
Segundos: Bacalao en salsa de boletus - Salmón al horno con salsa de queso - Emperador a la parrilla con aceto balsámico - Civet de ciervo con salsa de trompetas - Carrilleras de ternera al Pedro Ximénez - Confit de pato con salsa de arándanos.
Postres: Mousse de café - Semifrío de fresa - Tarta de cuajada con mermelada de moras - Arroz con leche.
Pan y agua 13'50 iva incluido.

La menestra de verduras tenía un sabor muy logrado y mi berenjena rellena no me defraudó. El bacalao en salsa de boletus me tentaba pero comí pastel de coliflor y bacalao, que nos ofrecieron aunque no aparecía escrito en el menú. Luego pregunté por el semifrío de fresa, pero era el primer día de trabajo de la camarera y no supo decirme qué era. Lo pedí para descubrirlo y vino una especie de mousse de fresa con chocolate templado por encima. El vino era bueno para conducir, tan ácido que pasarlo sin gaseosa requería esfuerzo. Bebí poco y muy rebajado. A la hora de la cuenta saltó la sorpresa: a los 27 euros de los menús se sumaban 2'20 de los cafés, 3 del vino y 0'36 del IVA, total 32'56. Una segunda lectura de la carta al salir lo dejaba muy claro: se incluía pan y agua, y no se mencionaba ningún vino.

Seguimos viaje y, poco antes de Murillo de Gállego, tomamos una carretera local para entrar en Agüero. A 5 km. de la carretera principal, la vista exterior de sus dos iglesias románicas compensa con creces el desvío. Los Mallos de Agüero, como paisaje natural, no tienen nada que envidiar a los de Riglos, y otro día haremos a pie los otros 5 km. de la pista que sube de Agüero a San Felices. La iglesia de Santiago está aislada en el monte, quizás por eso su portada esté mucho mejor conservada. El tercer capitel del lado izquierdo tiene una bailarina igual de contorsionada que la Salomé del claustro de Alquézar y sólo de verla creí que empeoraba mi dolor lumbar.

Estaba invitado a cenar en casa de un amigo, y allí me presenté. Otros que llegaron
después se habían pasado a recoger la comida previamente encargada: sushi como para veinte personas que nos íbamos a comer entre siete. No había ningún error, sino el conocimiento que la ración prevista en la tienda china es de cuatro trozos de sushi por comensal. Encargando el triple sobró un poco. Había también un buen vino, creo recordar que era un reserva chileno, y para postre dátiles y unas piezas de gelatina de color morado. No estaban malas, pero no tuvieron éxito. Y, tras los postres, descubrimos el carambol, que es un juego de mesa que guarda alguna relación con el billar. Se juega sobre un tablero cuadrado de unos 80 cm. de lado con unas fichas que recuerdan a las del juego de damas. Además de las blancas y negras hay una roja, y otra un poco mayor que se emplea para golpear a las otras, y que se impulsa golpeándola con un dedo. Se trata de que impacte contra las fichas blancas o negras (cada equipo tira contra un color) de manera que caigan a unos agujeros situados en los vértices. En los primeros lances cuesta hacer carambolas, pero pronto se consigue acertar mejor con los golpes. Lo de dirigir la ficha golpeada hacia los agujeros es más complicado, pero a base de intentarlo también se logra. Tras varias partidas un taxi me llevó a casa por 10'80.

El domingo a las nueve recogí a un nuevo pasajero. Estaba alojado en una pensión de la parte antigua, que resultaba muy céntrica y mucho más económica que los hoteles de tres y cuatro estrellas de la zona, y aunque entonces no se lo mencioné me pareció un detalle digno de elogio. Después recogimos a Maribel, finalmente a Sos, y nos fuimos de excursión. Paramos en Olite y dimos un breve vistazo al exterior del castillo, la portada de la iglesia y la nevera del S. XVII. Hicimos una parada más larga en Ujué, donde visitamos la iglesia-fortaleza y callejeamos un rato contemplando la arquitectura popular. Unas pequeñas nociones históricas y algunas imágenes las puedes encontrar en http://www.geocities.com/CapeCanaveral/Lab/5888/violenci1.htm

Con pan que llevábamos preparamos unos bocadillos y seguimos viaje hasta Sangüesa, donde paseamos entre la iglesia de San Salvador y la de Santa María la Real, y entre medio vimos el palacio de Vallesantoro y otros dos más de la calle Mayor.
http://www.artehistoria.com/frames.htm?http://www.artehistoria.com/historia/obras/9386.htm

Seguimos por Javier y nos detuvimos un momento para contemplar el castillo desde el coche.
http://www.unav.es/arte/cmn/sanguesa/sanguesa2/lam1.html
Hicimos otra pequeña parada para ver las ruinas del balneario de Tiermas y seguimos por Puente la Reina de Jaca. Entre el Embalse de La Peña y Murillo de Gállego el paisaje estaba en lo mejor: la carretera sigue el recorrido sinuoso del río Gállego, encajonado entre montes, y en las laderas destacaban entre los árboles verdes algunos con distintos matices amarillos, anaranjados y rojos. En ese entorno, mientras disfrutábamos de amena conversación, tuvimos noticia de un personaje curioso de la ciudad de Manizales (Colombia), Aparicio Díaz, que se hizo rico con el negocio de las pompas fúnebres y a quien siempre acompañó un peculiar gusto poético. Supimos que una vez en el escaparate de su "Funeraria La Equitativa, Cultural y Deportiva", junto al género expuesto, se podía leer "Mire bien este ataúd / porque puede ser para Ud.". http://www.lainsignia.org/2000/mayo/cul_017.htm ofrece más detalles. Yo traté de corresponder con la leyenda de la campana de Huesca.
(http://www.aragoneria.com/historia/campana.htm
La campana de Huesca : (crónica del siglo XII) Antonio Cánovas del Castillo ; prólogo de Serafín Estébanez Calderón (El Solitario) http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/23582619102359728511191/index.htm)
Otro sucedido, y éste de plena actualidad, es la aparición en una telenovela de un personaje "malo" llamado Ramiro Bejarano. Se da la circunstancia, y parece que no casual, que Ramiro Bejarano existe en la realidad y es un columnista que no parece gozar de las simpatías de los responsables televisivos.
Puedes leer la noticia en http://www.elespectador.com/2004/20040822/television/nota1.htm y saber algo más sobre Ramiro Bejarano en http://www.revistapoder.com/NR/exeres/DEFF607D-3A6E-4DE7-83EA-88777A017395.htm

Paramos en Ayerbe y encontramos cerrado el restaurante Floresta. Fuimos a "El rincón del palacio", nos pusieron las cartas (donde figuraba un menú por encima de los 20 euros) pero esquivamos el gasto exagerado preguntando por el menú del día expuesto en la puerta, que no se alejaba de los 12. Las sopas de pescado olían bien, los espárragos con jamón tenían muy buena pinta y la ensaladilla rusa estaba buena y presentada con lechuga y un langostino. Albóndigas, ternera y merluza tenían en común un acompañamiento de patatas fritas, pimiento del piquillo y puré dulce, posiblemente con mermelada de ciruelas. No estaba mal. Bebimos vino de conducir, un "Monteviejo Restauración Tinto" con tapón de plástico, al que algunos caldos envasados en cartón superan en calidad. Por suerte, la gaseosa era de litro. La cuenta rebasó los 60 euros.

Hacia las cuatro y media ya habíamos aparcado junto al castillo de Loarre (http://www.castillodeloarre.com/). Lo visitamos con cierta calma a lo largo de la siguiente hora. Nos aprovechamos de la profesión de arquitecto de nuestro acompañante para aprender sobre el terreno algunas cosas sobre construcción en piedra.

Abandonamos el castillo cuando estaban a punto de cerrar y afronté el regreso por Huesca, Sabiñánigo y Jaca. Es un camino más largo, pero de mejor carretera. Además ofrece como ventaja el cambio de paisaje, del llano de la Hoya de Huesca a la vista de las cumbres pirenaicas desde el puerto de Monrepós. Durante unos pocos minutos llevé a todos mis pasajeros descansando plácidamente con los ojos cerrados. Pero más fuerte que esa pequeña incomodidad era la constatación de que no veían peligrar sus vidas mientras yo conducía. Luego, ayudados por las curvas, fueron regresando gradualmente. El sol se ponía cuando pasábamos por Jaca, y seguimos sin parar hasta Pamplona. No era demasiado tarde y, tras un par de breves gestiones relacionadas con el viaje, fuimos al restaurante oriental de la calle Irunlarrea, donde esta vez, para no dejar lugar a equívocos, pedí el menú vietnamita para tres personas sin levantar el dedo de la posición exacta de la carta. Lo acompañamos de un crianza de Navarra para enjuagar el vino ácido de la comida, y salimos por 45'20.

Con la perspectiva de embarcar una hora antes que el vuelo de las siete de la mañana nos retiramos sin estirar mucho la velada. Quedé muy gratamente impresionado por nuestro visitante, pero no voy a detallar aquí mis elogios para que no crezca demasiado esta crónica.

El sábado recorrimos 285 km. y con los del domingo el fin de semana quedó en 717.