05/2005-Calatorao
El sábado había alarmantes (más bien alarmistas) previsiones meteorológicas, y eso nos hizo salir con miedo y cara al sur. Nos entregamos con placer al trámite del almuerzo en Hotel Alhama, Variante N-113, km. 9, Tel. 948 812 774, Cintruénigo. Es ese sitio que menciono con frecuencia y que tiene ante la puerta un olivo vivo de 1492. Esta vez nos tentó una de sus especialidades: bocadillo de huevo frito con jamón, que acompañado de un café cuesta 3 euros. Seguimos camino y nos detuvimos en Calatorao (www.calatorao.net), que tiene un nombre sonoro y cuyo producto es muy conocido y apreciado por los escultores. Y si has caminado por Pamplona, con toda seguridad lo has pisado: los bordillos de las aceras están realizados con mármol negro de Calatorao, de unos 100 millones de años de antigüedad. En la parte más alta se encuentran la iglesia y el castillo (bastante bien conservado y actualmente en restauración, ha llegado entero hasta nuestros días). Nos dirigimos primero hacia el depósito del agua, desde donde hay una buena panorámica del pueblo y del valle, pero dedicamos poco tiempo al paisaje: el viento soplaba muy fuerte y el sol no compensaba el frío que traía aquel aire acelerado. Regresamos al coche pero seguimos caminando, esta vez en dirección a las canteras. Cuando llegamos a una (www.cantera-ania.com) estuvimos husmeando un poco, pero como había un cartel que prohibía la entrada nos marchamos antes de que nadie nos invitara a hacerlo. Nos detuvimos un momento a contemplar una trilladora de madera y hierro, marca Ajuria, como las que mencionaba la semana pasada. En total anduvimos un par de horas, luego buscamos de comer en otra parte antes de continuar la jornada.
Echamos un vistazo a los varios restaurantes que hay en la carretera de entrada a La Almunia de Doña Godina y optamos por el que tenía un par de camiones en el aparcamiento. Se trataba del "MESON DE LA RIBERA" o del "MESON DE LA RIVERA", según leas la pintura del muro o el letrero luminoso, que tienen establecida su pelea ortográfica a menos de un metro el uno del otro. El vencedor de día resulta derrotado por la noche, y por la mañana cambian de nuevo las tornas. En ese momento más importaban la ortografía y la semántica del menú, que se ofrecía por 9'60. De él escogimos macarrones y menestra (correcta, ración abundante) como primero, y de segundo lomo y merluza a la romana (dos ruedas más bien grandes, buena). De postre, tarta de manzana y leche frita. El vino era bueno, pero terminamos la Casera 0.5 en botella de cristal y dejamos la mitad del tinto. Era Viña Mila, de Bodegas Aguirre, 31370, y creo que podrían mencionar la localidad porque el producto no era para avergonzarse. Precio: 9'60 + café + IVA, total 22'90. Factura número 116622, si fuera aficionado a la numerología podría buscar en ella algún augurio favorable.
Hicimos la siguiente parada en Morata de Jalón, que tiene un importante palacio en un estado de deterioro no menos importante, peligrosamente próximo a la ruina. El otro edificio importante de la villa es su fábrica de cementos, pero no lo visitamos. A los de Morata les suelen decir que son de Morata del Conde, en alusión a algún uso pasado (seguramente más supuesto que real) del derecho de pernada, pero siendo forasteros y no buscando pendencia en el pueblo, nos abstuvimos de cualquier comentario.
Seguimos de frente. Al entrar en el siguiente pueblo, Chodes, nos vimos atravesando una plaza casi circular que enseguida me recordó a la antigua plaza de toros de Tarazona. Vale la pena que leas un poco en www.calatayud.org/enciclopedia/chodes_arquitectura.htm.
Nos detuvimos nuevamente en Arándiga. Desde la carretera se veía una torre sobre una colina rocosa, pero desde el pueblo se aprecian muchos más restos del castillo. Nos acercamos un poco, pero el viento amenazaba seriamente el equilibrio y lo dejamos para mejor ocasión.
Paramos también en Nigüella, donde no vimos señales de tráfico. Tras entrar por una calle con pavimento de cemento fuimos viendo que, detrás de cada curva, la calle era más estrecha. Sin llegar a recoger los espejos pude salir marcha atrás. Las indicaciones del copiloto, que tuvo que bajar del coche, fueron decisivas para que de Nigüella no quedara ni huella en el coche. Tras aparcar en un lugar con vía de escape segura, dimos un buen paseo por el pueblo. Resulta bastante pintoresco, con una cara donde casas de adobe se apoyan sobre un precipicio de roca no demasiado estable, recordando de alguna manera a las famosas casas colgadas de Cuenca. El mucho relieve sobre el que se asienta el pueblo complica el trazado de sus calles y la estructura de sus casas, a varias de las cuales se accede por el primer piso, tras cruzar sobre la calle por un puente hecho a tal fin.
Finalmente nos sorprendió ver el enorme castillo de Mesones de Isuela. Podríamos haber llegado hasta él en coche, pero tras el escarmiento de Nigüella aparqué en la plaza de la iglesia. La puerta estaba entreabierta y entramos. Se veía una capilla con retablo neoclásico y bóveda de media naranja, bastante luminosa, y un ábside con una bella bóveda gótica de abundantes nervios, todo ello... pintado de azul pastel. La torre de ladrillo en estilo mudéjar también es digna de mención. Por ahí está un espacio dedicado a Franco, y muy cerca la "CALLE DEL GENERAL QUEIPO DE LLANO". A las cinco y veinte llegábamos al cartel que anuncia las visitas al castillo, sábados, domingos y festivos de 10 a 14 y de 15:30 a 18:30. Una caseta de madera sirve de refugio (y bien que lo necesitaba) y de oficina al guía, que nos informó de que la visita guiada venía a durar una hora y costaba tres euros. La visita resultó exhaustiva y las explicaciones amplias. El viento de la jornada hacía que todo resultara incómodo, excepto el ocasional abrigo del interior de una torre. Abandonamos el pueblo hacia las siete menos diez, ya oscuro y, tras desandar los últimos kilómetros, regresamos por Calatorao, Épila, Lumpiaque y Rueda de Jalón. Hasta Rueda de Jalón había llegado el 7 de noviembre, parando en Urrea de Jalón, Bardallur y Figueruelas, pero el sábado fuimos sin más paradas. Llegamos a Pamplona hacia las nueve y media.
Otro día me quiero acercar a Miedes, que se encuentra en la carretera A-1504 (entre Calatayud y Cariñena), donde hay una torre fortificada del siglo XV cuya foto me da ganas de ir a verla.
El domingo ha salido distinto. No había quedado con nadie y la previsión meteorológica era alarmante. He escuchado la petición para que me quedara en casa cuidando de una garganta inflamada y de su dueña, y he visto desde la ventana el cielo azul de un día soleado.
El fin de semana se salda con unos 440 km. de coche y casi 10 km. a pie.
1 Comments:
Enhorabuena por el Blog...
Me ha gustado mucho la descripción de mi pueblo (Calatorao). Me ha llamado la atención que te hayas dejado la explicación de la capilla del santo Cristo en la Iglesia (merece la pena subir hasta arriba para verlo).
Respecto a las canteras, hay unas cuantas que se pueden ver sin muchos problemas. Una de las mas espectaculares está por la carretera que va a la Almunia, pasado el campo del futbol, a mano izquierda, justo al lado de la carretera. !Me resulta impresionante el pedazo de agujero que han hecho!
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